La fuente municipal

Vista del Ayuntamiento de Zaragoza.
Vista del Ayuntamiento de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Hay imágenes que valen mil palabras y otras que son premonitorias. La de la concejala Teresa Artigas inaugurando días atrás una fuente en las dependencias del Ayuntamiento de Zaragoza -una descalcificadora normal y corriente- es ambivalente. Dice mucho y puede sentenciar. Cuenta que el gobierno de ZEC tiene muy poco que vender a diez meses de las elecciones, y de ahí sus ansias por liberar algún milloncejo de las sociedades, bloqueadas después del golpe con el que echó a la oposición. Y evoca demasiado a la que en 1995, a tres meses de las municipales de mayo de ese año, protagonizó el entonces concejal socialista Emilio Comín. Acababa de ser elegido candidato para poner fin a la tormentosa era Triviño y se le ocurrió aprovechar la presencia de Alfredo Kraus en un homenaje ante la tumba del tenor Miguel Fleta para irse después, también en solitario, a cortar la cinta de una cascada -manguera y chorro de agua camuflados- en el monumento a Costa. Los titulares del día siguiente sonaron a esquela política. El PSOE se hundió, pasó de 15 a 6 concejales y perdió el gobierno. Así que mucho cuidado con las fuentes en precampaña, no vayan a ser de mal agüero.