Ética reversible

Foto de archivo de Pedro Santisteve
El alcalde, el pasado 2 de marzo, cuando fue reprobado por todos los grupos de la oposición.
José Miguel Marco

Que nadie espere crisis ni terremotos institucionales. Tres años de nueva política y viejos autoritarismos son suficientes para saber que el famoso código ético de la factoría Podemos es reversible, de doble moral. Lo que en el ojo ajeno es viga en el suyo son pelillos a la mar, y así desde Santurce a Bilbao hasta San Fernando o Alcalá. Ni el alcalde Santisteve ni nadie de este desgobierno municipal de Zaragoza en Común va a asumir responsabilidad política alguna -de dimitir ni hablamos- por el hecho de que un juzgado les investigue por presunta prevaricación en el cese del exgerente de Ecociudad, tras tomar el poder de las sociedades públicas con un golpe institucional sin precedentes en el municipalismo. Además, la cosa tampoco es nueva, pues la lista de funcionarios ejemplares purgados por procedimientos igualmente sectarios e injustificables es alargada. Por ser más respetuosos con la ley y con los procedimientos, es obligado y prudente esperar, sin prejuzgar, a que los tribunales resuelvan. Es posible, incluso, que al final no se les acuse de nada, pero políticamente ya están condenados por algo incluso más grave: su desprecio a la democracia.