Zaragoza y el Sáhara, 22 años en un proyecto de solidaridad y ternura

Vacaciones en Paz permite que niños procedentes del campo de refugiados de Tinduf pasen el verano en Zaragoza.

Mari Luz Wander y José Antonio Fernández, padres de acogida, junto a Nguia y Agbeirita Mohamed Nayem Dim.
Mari Luz Wander y José Antonio Fernández, padres de acogida, junto a Nguia y Agbeirita Mohamed Nayem Dim.

Unos cuantos miles de kilómetros separan Zaragoza, donde viven Mari Luz Wander y José Antonio Fernández, del campo de refugiados de Tinduf en Argelia donde se encuentra la familia Mohamed Nayem Dim. Por tercer año consecutivo, el proyecto Vacaciones en Paz,  que ya lleva 22 años funcionando en toda España, ha permitido que esta pareja zaragozana ejerza de familia de acogida, durante el verano, de dos de los cinco hijos de la familia saharaui. "Primero fue el mayor, Deid, y a partir de ahí decidimos acoger los años siguientes a sus hermanos", dice Mari Luz. Por ello, este año son las medianas,  Nguia y Agbeirita de 12 y 10 años, quienes ya están disfrutando del verano en la capital aragonesa donde, sin duda, su sitio favorito es "el Parque de Atracciones", según la mayor de las hermanas.

Mari Luz y José Antonio viajaron al Sáhara para correr el maratón que se realiza cada año. Allí, conocieron a familias saharauis del campo de refugiados y se enteraron de la existencia de este proyecto, que este año acogerá a 140 niños y niñas de entre 7 y 12 años en Aragón. Ahora, son miembros de una de las organizaciones desarrolladoras del proyecto en Zaragoza, Um Draiga, y también padres de acogida.

"Al principio es duro porque es una cultura totalmente distinta, para los niños es cambiar de casa, se encuentran solos, lloran por la noche", explica Mari Luz, para la que el Sáhara es uno de los lugares "más pobres" que ha visto nunca. Vacaciones en Paz intenta que los niños se alejen de manera temporal de las condiciones de pobreza y temperaturas extremas que viven en ese lugar, donde "no hay nada, no hay un río, no hay una piedra, no hay un árbol, eso es lo más duro del desierto", añade esta madre de acogida. Además también permite que los niños acudan a revisiones médicas de las que a menudo carecen en su país.

Entre cursillos de natación patrocinados por el Centro de Natación Helios, ludotecas y visitas al Museo del Fuego, Nguia y Agbeirita también tendrán tiempo de aprender algo de español. Sus padres de acogida han comprado para ellas unos cuadernillos de ortografía. Cuando la pareja visitó a la familia Mohamed Nayem Dim hace unos años pudieron percatarse del bajo nivel educativo que tenían en Tinduf, "la maestra tenía el mapa del revés", dice Wander.

Cuando llegue el 20 de agosto, las hermanas junto al resto de los niños del proyecto, cogerán un avión en el Aeropuerto de Zaragoza que les llevará de vuelta a su hogar, "donde a pesar de todo lo que sufren son felices porque están con su familia", comenta José Antonio.

Esta pareja ya prevé que la despedida no será dura "porque el 99% de los niños quieren volver. Cada vez que ven un avión gritan: ¡Sáhara! y nosotros les tenemos que explicar que todavía no", explican entre risas. Ahora solo queda disfrutar de un verano que solamente acaba de empezar y que seguro será inolvidable para Nguia, Agbeiritia, José Antonio y Mari Luz.

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