Los vecinos de la Magdalena se quejan de los ruidos en la calle por el Juepincho

El Ayuntamiento estudia poner mediadores en las zonas de bares para intentar conciliar el derecho al descanso y al ocio.

La calle Heroísmo concentra gran parte de los bares del Juepincho.
La calle Heroísmo concentra gran parte de los bares del Juepincho.

Cómo conciliar el derecho al descanso de los vecinos con el ocio de los ciudadanos es un debate eterno que se vive en las zonas de bares de Zaragoza. Esta polémica llega también al barrio de la Magdalena, que cada jueves se llena con la exitosa iniciativa del Juepincho. Los vecinos se quejan de que los ruidos han ido aumentando hasta niveles "insoportables", especialmente en verano.

"El Juepincho empezó como una iniciativa hostelera para dinamizar la zona y nos parece buena idea. Los bares de la zona son muy respetuosos con los vecinos y están muy integrados en la vida del barrio. Los establecimientos cumplen sus horarios. El problema es que la gente consume y monta sus fiestas en la calle. Cuando los bares cierran, siguen los cánticos y los gritos en la calle en algunos casos hasta las tres de la mañana. Es un problema de civismo. En este país prima el derecho a la fiesta sobre el derecho al descanso", se lamenta Mario de los Santos, vecino del barrio con dos hijos de 4 y 7 años.

Hace cuatro años, una veintena de bares del entorno de la calle Heroísmo lanzaron esta iniciativa: los jueves por la noche ofrecen vino, cerveza o agua y una tapa por dos euros. Cada año se han ido sumando más establecimientos de la Magdalena (ahora son más de 60) y ha ido creciendo el número de visitantes. También han ido aumentando los problemas de ruidos y suciedad que denuncian los vecinos, sobre todo en verano. Algunos bares han colgado carteles recordando a sus clientes que "respeten el descanso de los vecinos".

"El problema del Juepincho es que las gente no está dentro de los bares, sino gritando en la calle. Y cuando se van dejan los platos y vasos de plástico tirados en la calle. Los vecinos tenemos que poner balcones con doble cristal y tener las ventanas cerradas. Los jueves son horrorosos. La Magdalena era una zona tranquila y agradable para vivir, pero ahora es insoportable. Los vecinos llamamos a la Policía pero la mayoría de las veces ni vienen", afirma Vicky Pérez, de 71 años, vecina de la calle Estudios desde hace 50.

Presencia policial

Fuentes de la Policía Local explican que no hay un servicio especial de vigilancia en las calles del Juepincho, como tampoco lo hay en otras zonas de bares. "Somos conocedores de esta situación. Las unidades que patrullan de noche acuden con carácter preventivo por la zona o si hay requerimientos puntuales", señalan.

Los vecinos piden que se garantice su derecho al descanso, que la Policía acuda con más frecuencia y que se aplique la ordenanza para la protección contra ruidos. El artículo 18 dice que entre las 22.00 y las 8.00 queda prohibido cantar, gritar o vociferar en la calle (el tope son 45, 55 o 70 decibelios según las áreas). La ordenanza contempla multas desde 150 euros (infracciones leves) hasta 1.800 (muy graves).

El Ayuntamiento ha mantenido varias reuniones con representantes vecinales del Casco Histórico para tratar las quejas por los ruidos y las zonas saturadas. "La conciliación del descanso vecinal y el ocio nocturno es un tema complejo en el que hay muchas partes implicadas. Desde la ley antitabaco hay más gente que sale de los bares a la calle. Sabemos que hay molestias vecinales en distintas zonas, como el Rollo, las Armas, la Magdalena o las riberas con el botellón. Estamos valorando varias propuestas. Una de ellas es abordar un proceso de mediación con los bares, los usuarios y los vecinos para que se respete el derecho al descanso. En otras ciudades hay mediadores trabajando en esta línea", señalan desde Urbanismo.

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