La finca de Garrapinillos de la que salen caballos para la Guardia Real

El Centro Militar de Cría Caballar de Zaragoza tiene como objetivo conservar el patrimonio genético de la cabaña equina española.

La finca de Garrapinillos de la que salen caballos para la Guardia Real
La finca de Garrapinillos de la que salen caballos para la Guardia Real

Tener un hijo de Cepellón no resulta barato. Es un pura raza español de categoría A tan admirado y solicitado que a sus catorce años ya tiene 381 repartidos por el mundo y otros 50 en camino. Con lo tranquilo que se le ve recibiendo a las visitas en los establos de Garrapinillos, nadie diría que este castaño de 1,74 metros es una especie de Julio Iglesias equino ni que los ganaderos de todo el país pagan hasta 510 euros por una dosis de su esperma. Pero es que Cepellón acumula galardones y es la estrella del Centro Militar de Cría Caballar de Zaragoza.

Entre caballos y asnos este centro mantiene a 81 semovientes. La mitad son sementales y la mayoría, como Cepellón, de Pura Raza Española. El de Garrapinillos es uno de los seis Centros Militares de Cría Caballar que existen en España y el principal objetivo de todos ellos es ayudar a conservar el patrimonio genético de la cabaña equina española. Pero además, tal y como explica el coronel Emilio Escarti, jefe del centro zaragozano, en estas fincas también se crían y seleccionan animales para incorporar a distintas unidades de las administraciones públicas (por ejemplo para cuestiones de protocolo, seguridad o protección ciudadana) y también a la Guardia Real.

A disposición de los ganaderos

Como vía para mejorar el capital genético y aumentar la producción del sector equino en el país, el centro militar pone sus sementales a disposición del sector ganadero. Por un lado, mediante la extracción y envío de muestras de calidad a las ganaderías que lo solicitan para inseminar con ellas a sus yeguas y por otro, mediante paradas públicas que se despliegan cada primavera en distintos puntos del medio rural.

En Aragón, el centro de cría caballar despliega desde hace seis años una parada de dos meses en Biescas gracias a un convenio de colaboración con el ayuntamiento de la localidad y la Asociación aragonesa de criadores del caballo Hispano Bretón. La de este año terminó pasado día 12 y los tres sementales trasladados hasta allí han cubierto a una veintena de yeguas de pequeñas explotaciones de la zona. Pero, pese a lo que podría parecer, tampoco en este caso los animales entran en contacto en ningún momento.

Parada en Biescas

Aurelio Llorente es el suboficial especialista en cría caballar al cargo de la parada de Biescas y explica paso a paso un cuidado proceso que busca impedir la transmisión de enfermedades venéreas y, al mismo tiempo, aumentar las probabilidades de éxito del proceso. Se extrae el semen de los tres caballos a primera hora de la mañana y se aplica a las yeguas cada dos días. Cada yegua suele precisar tres o cuatro inseminaciones hasta que ovula y quince días después se diagnostica su gestación ecográficamente. El índice de gestaciones por año supera, según especifica el suboficial, el 80% año tras año.

"Se persigue mejorar el capital genético y revertir la endogamia, mejorando el tamaño, la funcionalidad y productividad de los caballos nacidos en estas áreas rurales cuya economía depende en gran medida del sector primario agroganadero", justifican desde el centro militar. Llorente, que lleva seis años en contacto con los ganaderos de la zona de Biescas, asegura que la parada y los puntos de inseminación que se establecen durante esos dos meses en distintos pueblos del entorno suponen "un importante aporte económico" para el territorio.

Envíos 'a domicilio'

De vuelta al centro de Garrapinillos, el capitán Ángel Aláez explica la parte más práctica en la sala de extracción. "Se coloca a una yegua en celo en un potro de contención para estimular al semental. Delante se pone un maniquí al que se subirá el caballo y se utiliza una vagina artificial para obtener la muestra", cuenta. Esa 'vagina' no es más que una doble manga interior de látex en la que se introduce agua caliente y aire para ajustar la temperatura y la presión.

A continuación, la teniente veterinaria Beatriz de la Barreda se encarga de preparar las dosis para su envío. "En el laboratorio toca valorar la calidad y la concentración de la muestra. Con el espectofotómetro obtenemos cuántos espermatozoides hay por cada miligramo y con el microscopio evaluamos su motilidad. Nos comprometemos a que cada dosis contenga 500 millones de espermatozoides con motilidad progresiva", expone. El centro cuenta con 41 sementales. Solo de Cepellón se espera que nazcan el próximo año más de 50 hijos directos.

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