Las cigüeñas se empadronan en la carretera de Castellón

Varias colonias se han asentado entre Zaragoza y El Burgo con más de 150 nidos en postes de luz y catenarias del tren. La mitad de las incidencias anuales que provocan las aves en las líneas eléctricas de Aragón se concentran en esta zona.

En la playa de vías de la estación de tren de La Cartuja Baja se acumulan 40 nidos en apenas 200 metros lineales.
En la playa de vías de la estación de tren de La Cartuja Baja se acumulan 40 nidos en apenas 200 metros lineales.
Raquel Labodía

La playa de vías que se abre frente a la estación de tren de La Cartuja Baja se ha convertido en todo un santuario para las cigüeñas. La terminal está cerrada a la espera de un cercanías que no llega, y los pocos trenes que pasan de largo conviven con los 40 nidos que se acumulan en decenas de postes de catenaria. Todo en apenas 500 metros cuadrados que, estos días, rebosan de actividad, con polluelos aprendiendo a volar y ejemplares adultos reforzando la estructura de sus nidos.

Este lugar, a solo 5 kilómetros del pabellón Príncipe Felipe, es el máximo exponente de un fenómeno que se está consolidando en los últimos años: la presencia de cigüeñas en el eje de la carretera de Castellón, entre la capital y Quinto, sobre todo. Solo entre Zaragoza y El Burgo de Ebro (12 kilómetros de distancia) se pueden contar más de 150 nidos.

«Aquí tienen a mano campos de regadío, el río y el vertedero de Torrecilla. Es el hábitat perfecto para las cigüeñas», explica José Antonio Pinzolas, trabajador de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza que lleva décadas estudiando a estos animales. En cualquier época del año es habitual ver los vuelos de estas aves cruzando la carretera de Castellón procedentes del Ebro, y casi rozando los camiones antes de posarse en alguno de los postes que han colonizado.

Las cigüeñas han abandonado –o han sido expulsadas, más bien– los núcleos urbanos, y se han hecho fuertes en las afueras, sobre cualquier estructura susceptible de aguantar un nido. En La Cartuja Baja y en El Burgo de Ebro en su día se colocaron tendidos eléctricos de baja tensión en las torres de las iglesias para evitar que los animales aniden. «En La Cartuja convivimos muy bien con las cigüeñas, no hay problemas, aunque las eléctricas igual no están tan contentas...», dice José María Lasaosa, alcalde de este barrio rural.

En efecto, los conflictos ahora se han trasladado a las compañías de la luz. Endesa explica que el 90% de las incidencias causadas por aves las provocan las cigüeñas. En Aragón hay alrededor de 150 incidentes al año, que suponen entre 300 y 400 horas de cortes de luz para la población. La mitad de estos problemas se producen en este punto de la Ribera Baja del Ebro.

Una de las mayores colonias

Solo este dato permite hacerse a la idea del tamaño de esta colonia. Aunque hace años que no se recopilan datos sobre la población de cigüeñas en Aragón, la de la carretera de Castellón se ha convertido en una de las más numerosas de la Comunidad, si no la que más.

En El Burgo de Ebro, Miguel Ángel Girón, su alcalde, señala que hace años solo había nidos en la iglesia y en un chopo junto a la ermita. «Cuando estaba habitado uno, el otro estaba vacío», recuerda. Ahora hay «30 o 40», uno de ellos «de más de 2.000 kilos». Cuando hay tormentas, según señala, «hacen contacto con el tendido y se corta la luz».

Desde la compañía eléctrica señalan que, con la autorización del Inaga, han actuado en 85 nidos, que han revisado y aliviado para evitar cortocircuitos en la zona de apoyo. También han retirado algunos y han colocado dispositivos en otros para que estas grandes aves no se posen, como los paraguas invertidos o los pastores eléctricos, que están a prueba en Barbastro.

Otra de las medidas que se están implantando es la colocación en paralelo de postes apropiados en los que se ‘invita’ a las cigüeñas a acomodarse. Incluso se ha llegado a forzar el traslado para evitar dejarles sin hogar. Pinzolas explica que, a la altura de La Cartuja, se trasladó a solicitud del Adif un nido de la catenaria del AVE a un poste que se colocó a diez metros de distancia.

De noche, hubo que cortar todo el suministro eléctrico del ferrocarril de alta velocidad, hacer la operación y colocar huevos falsos para ver si los adultos admitían el cambio. A los pocos días, los huevos de verdad –que esos días se conservaron en la Alfranca– se devolvieron a su lugar de origen.

Cigüeñas todo el año

Las cigüeñas se alimentan fundamentalmente de pequeños animales o insectos (topillos, ranas, ratones...). La cercanía del vertedero permite que tengan comida fácil y abundante. Eso, y lo templado de las temperaturas, hace que muchas parejas ya no emigren y pasen el invierno en el entorno de la capital aragonesa.

Otras sí que viajan, en ocasiones miles de kilómetros. «Muchas del norte de Europa vienen aquí», señala Pinzolas, que ha visto ejemplares anillados en países como Suecia, Holanda, Finlandia o Suiza. Y algunas de las de aquí bajan más al sur. «Los polluelos se van todos», añade. Y, como cada año, vuelven por San Blas para hacer bueno el refrán.

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