Ni rastro

El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve
El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve
Oliver Duch

Un gobierno como el del alcalde Santisteve en Zaragoza, que se estrenó con decretazo, no podía sorprender mucho más en su compromiso bandera de la democracia participativa. Así ha sido siempre en estos tres años de mandato y así hemos llegado a un momento en el que lo que proponen los ciudadanos en esa farsa de los presupuestos participativos se atiende o se rechaza con el único criterio, a veces excluyente y sectario, de quien se niega a aceptar que está en minoría absoluta. Es rigurosamente falso que los zaragozanos pinten nada ni tengan voz a la hora de decidir qué quieren que se haga con las inversiones financiadas con sus impuestos. Si alguien propone suprimir los carriles bici que casi nadie usa y que son un peligro para todos, ciclistas y conductores, se veta de antemano porque contraría la política oficial. Que la mayoría de los que participan piden un museo de la Semana Santa, se rechaza a posteriori porque el Ayuntamiento no tiene espacios adecuados. De risa, pero para llorar. Que se vayan preparando los vecinos de la Romareda y el Arrabal para ver cómo en nada les plantan el mercadillo bajo sus casas. Y ya saben: de la participación, ni rastro.