Manifestación: una calle de ilustres vecinos y tiendas de toda la vida

Esta popular vía zaragozana fue cuna del periodista Mariano de Cavia y en ella vivieron el alcalde Luis Gómez Laguna y José Martí, héroe de la independencia de Cuba

Si en época romana el ‘cardus’ –hoy Don Jaime I– era una ajetreada vía que conectaba la ciudad con la margen izquierda, no menos importante era el decumano máximo, cuyo trazado discurría por las actuales calles de la Manifestación, Espoz y Mina y Mayor, conectando la antigua Puerta de Toledo con la Puerta de Valencia.

La calle de la Manifestación recibe su nombre en referencia al privilegio recogido con este nombre en el Derecho procesal aragonés. Cuando se consideraba que en una causa judicial no se habían respetado todas las garantías se acudía al Justicia de Aragón. La persona que pasaba a estar protegida bajo este privilegio se denominaba ‘manifestada’ y quedaba a disposición del Justicia en la cárcel de manifestación, ubicada al comienzo del actual tramo.

Desde la Edad Media, las agrupaciones gremiales en esta zona conformaron el nomenclátor callejero de la ciudad, que aumentó con nombres como Cuchillería, Sombrerería o Platerías –llamada De la Toronjera, en su tramo entre la calle de Loscos y de Alfonso I–. Esta última, la de Platerías, fue la que terminó por denominarse de la Manifestación.

La principal transformación de esta calle llegó en la segunda década del siglo XIX, tras la apertura de la calle de Alfonso I, que conllevó una intervención en los tramos adyacentes. A partir de 1870, tras la redacción del proyecto municipal, comenzaron a edificarse nuevas casas de viviendas y de esta época datan buena parte de sus 30 edificios referenciados por el Ayuntamiento de Zaragoza en su catálogo histórico artístico.

La vía ha mantenido su carácter comercial a lo largo del tiempo. En el siglo pasado, a finales de los 60, se contaban en ella alrededor de 35 establecimientos, más de la mitad eran tiendas de confección y tejidos. Entre las más conocidas, El Pequeño Catalán –antiguos almacenes Ferrer Bergua–, ubicada en los bajos del edificio que ahora alberga el hotel Catalonia El Pilar y cuyo solar ocupó anteriormente la casa donde nació en 1855 "el insigne periodista Mariano de Cavia Lac", como recuerda la placa que luce en una de sus fachadas. Hoy, el número de negocios ha disminuido, aunque la huella del pasado sigue presente en algunos de ellos que continúan abriendo la persiana. En 1952, Manuel Vicente se trasladó de la calle de Pignatelli a la de la Manifestación. Hoy, son sus nietos Francisco e Isabel quienes siguen con la joyería en el número 22: "La calle ha cambiado en todo este tiempo pero nosotros seguimos aquí pese a todo", comenta Isabel. Desde hace unos años, el andamiaje instalado en el edificio colindante genera algunas molestias: "Nos entra polvo hasta en el interior del escaparate", añade.

De generación en generación

El comercio textil sobrevive en tiendas como Confecciones Castillo, con nuevos propietarios aunque con el mismo buen servicio y ubicación: "Este establecimiento tiene más de 80 años y nuestra clientela es generacional, sigue viniendo a comprar aquí", cuenta Inés Borra, al frente del negocio familiar junto a su madre, quien también regenta la conocida tienda de disfraces Bacanal.

"Afortunadamente, aún mantiene parte de su esencia comercial, a diferencia de la calle de Alfonso I, donde poco a poco algunos establecimientos de toda la vida han dado paso a las franquicias", comenta Marisa Verde, presidente de la asociación de vecinos Zaragoza Antigua.

Hace dos años, la asociación quiso homenajear a uno de sus comerciantes más queridos y por eso colocó una placa en la farmacia La Cruz, en memoria del farmacéutico Miguel Serrano Pérez para destacar "su trayectoria humana y arraigo en el barrio".

Junto a esta botica, en el número 13, otras dos placas conmemorativas dan testimonio del paso de uno de los vecinos más ilustres de esta vía, José Martí, héroe de la independencia de Cuba, quien vivió entre 1870 y 1874 en una modesta casa de huéspedes.

"Había platerías, como Gavasa, que regentaba el padre de la actriz Luisa Gavasa, y comercios de mucho rango como la tienda de Gómez y Sancho –de la familia del alcalde Luis Gómez Laguna–. Estaba Confecciones Pujol, Juan García y Hermanos ­–también de confecciones–, la joyería La Esmeralda, había una librería cerca de la farmacia Santa Cruz, el horno San Valero, Droga Sanmartín, Confecciones Gala, la cafetería Lanuza, anticuarios...", recuerda la presidenta.

Marisa Verde señala que "ahora la zona se ha quedado un poco apagada. Lo que más ha perjudicado al comercio ha sido el tranvía. Antes paraban en el entorno unas 15 líneas de autobús que atraían a clientes que venían a comprar desde otros puntos de la ciudad, barrios rurales y pueblos cercanos".

Entre platerías, confecciones y la tienda del alcalde

El carácter gremial de esta vía milenaria brilló desde 1420, "cuando se fundó la Cofradía de San Eloy que agrupaba a los artesanos de la plata de la ciudad", señala el diseñador Enrique Lafuente, vecino de la calle de la Manifestación y propietario de la tienda Baturro Bizarro, en el número 25. Con el transcurso de los siglos las platerías dieron paso a los negocios textiles, con abundante presencia de tiendas de tejidos y confecciones.

Uno de los locales con más solera fue el de Gómez y Sancho, conocido como la tienda del alcalde porque fue fundada por los abuelos de Luis Gómez Laguna, alcalde de Zaragoza entre 1954 y 1966, quien nació y vivió en esta calle. El local de Gómez y Sancho sería transformado en la década de los 90 en un conocido bar, La Piedra de Blarney, situado en el número 38.

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