"Volver a Ruesta ha sido emocionante: he reído, he llorado y estoy disfrutando"

Más de 150 antiguos vecinos pasearon por sus calles, ahora abandonadas, y compartieron recuerdos y vivencias

Santiago Legazpe y Sole Araguás, en Ruesta.
Santiago Legazpe y Sole Araguás, en Ruesta.
A. Soria

Ruesta recuperó este sábado por unas horas la vida que perdió en 1965, cuando este núcleo urbano (perteneciente a Urriés y Los Pintanos, en la comarca de las Cinco Villas) fue expropiado por el Estado central por la construcción del embalse de Yesa. Más de 150 antiguos vecinos, acompañados por amigos y familiares, se reencontraron con su pasado y compartieron recuerdos cargados de nostalgia.

La II Jornada ¡Ruesta Vive! fue la excusa para comprobar cómo el paso del tiempo ha deteriorado las calles y las aproximadamente 200 viviendas de este pueblo, pero también dio la oportunidad de conocer los proyectos de futuro para que este conjunto no termine desapareciendo. Armando Soria, alcalde de Urriés, reconoció que el día de ayer "va a ser el punto de inflexión para Ruesta". El antiguo poblado es propiedad de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y lo gestiona el sindicato CGT. Ahora, según relató Soria, "tras décadas sin invertir dinero en este espacio, hay un proyecto para consolidar a partir de septiembre el Camino de Santiago". Hay que recordar que este recorrido discurre por Ruesta, junto a la iglesia renacentista de la Asunción, que aparecía en la película ‘La Vaquilla’, donde la pasada Navidad se desplomó una bóveda. El conjunto está vallado como medida de seguridad.

Los asistentes a los actos pudieron conocer el plan de actuación promovido por el Gobierno de Aragón, que marca las directrices de rehabilitación del poblado, el avance del plan urbanístico de Urriés (que contempla y protege Ruesta) y el proyecto de recogida de la memoria oral, que busca recuperar el legado fotográfico de cómo era este conjunto hace más de 60 años.

Aunque los verdaderos protagonistas fueron los antiguos habitantes de Ruesta, que volvieron a pasear por sus calles y a observar los restos que se conservan en pie de los rincones que marcaron su infancia y juventud. A sus 85 años, Sole Araguás, "de la casa de Valentín, donde ahora hay un albergue", rememoró con cariño aquella época: "Me fui de joven y solo había vuelto una vez hace 18 años. Ha sido muy emocionante, no lo puedo expresar: he llorado, he reído, estoy disfrutando muchísimo".

Otro asistente fue Santiago Legazpe. Él y Sole se vieron por última vez fue en 1954, antes del abandono definitivo de Ruesta, en 1965. Ese año ella se fue a trabajar a Barcelona. Él, por el contrario, ya llevaba un tiempo viviendo con su familia en Zaragoza. De niños habían ido juntos a la escuela y seguían coincidiendo los verano. Sin embargo, y a pesar del tiempo transcurrido, se reconocieron al encontrarse de nuevo en el que fue su pueblo, y del que tantos recuerdos conservan.

Volver a Ruesta ha sido emocionante: he reído, he llorado y estoy disfrutando

El programa de la jornada incluyó una visita por las zonas más seguras del conjunto urbano, cuya vegetación limpiaron voluntarios de la CGT para que se pudieran captar las más de 15.000 fotografías que permitieron a los arquitectos elaborar el plan de actuación. Después se ofreció un vermú y una comida, que reunió más de 250 personas. Por la tarde hubo un recorrido guiado por Urriés. "Ha venido más gente de la que esperábamos y estamos muy satisfechos con la respuesta", indicó el responsable local.

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