Esclusas de agua, en tierra de Casablanca y con aire ilustrado

Las esclusas de Casablanca es una de las obras hidráulicas que evitan el desnivel que experimenta el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza

Esclusas de agua, en tierra de Casablanca y con aire ilustrado
Esclusas de agua, en tierra de Casablanca y con aire ilustrado

Subir al tranvía en Parque Goya y bajarse en Valdespartera se convierte en un viaje al pasado. Se puede conocer la Zaragoza romana a su paso por las murallas, la época renacentista con la Audiencia, el modernismo por el Casino Mercantil o la nota neoclásica del edificio de la Capitanía General. Patrimonio de varios estilos, pero no el único. También se puede descubrir la arquitectura hidráulica de la época ilustrada, como las esclusas de Casablanca.

Este conjunto se ubica en Vía Ibérica, en el kilómetro 81 del trayecto del Canal y junto a la Fuente de los Incrédulos. Su finalidad, como se indica en la ficha del Ayuntamiento de Zaragoza, es salvar el descenso brusco que tiene que realizar el Canal al inicio de los montes de Torrero antes del cruce con el Huerva. Esto permite que sea navegable en ambas direcciones. El agua salta dos tramos de más de tres metros de altura cada uno para terminar en unos cuencos o cámaras que tienen planta elíptica.

Estas características son similares en el resto de esclusas, como las del camino de Torrecilla y las de Valdegurriana. En total evitan los 30 metros de desnivel que hay en el término municipal de Zaragoza. Son de sillar de piedra caliza, algo indispensable para aguantar la fuerza del agua.

Ese impulso era utilizado por el molino harinero que se levanta a su lado, con un total de seis muelas. Una casa blanca donde se certificó un documento clave en la historia de la ciudad, el 20 de febrero de 1809. “En este lugar se firmó la capitulación de Zaragoza, epílogo trágico de la gesta histórica de los Sitios en la Guerra de la Independencia española”, reza la placa de azulejos que comparte pared blanca con grafitis.

Además de esta casa, el conjunto lo formaban otras edificaciones como un puerto fluvial o batanes. En el diseño del proyecto intervinieron, tal y como reflejan los documentos, Julián Sánchez Boort, Fernando Ulloa o Luis Chimioni.

Las crónicas de octubre de 1784 relatan una inauguración por todo lo alto. Don Ramón de Pignatelli llegó junto a las máximas autoridades de la ciudad en ese momento, ante la atenta mirada de miles de vecinos de la capital aragonesa. En la actualidad las esclusas no son como al principio, por ejemplo, las compuertas de madera fueron sustituidas por el mecanismo de una tajadera. Sin embargo, lucen como al principio y guardan los aires burgueses e ilustrados de cuando se inauguró.

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