El número de chabolas desciende en Zaragoza, aunque aumenta la población que vive en ellas

El año pasado se atendieron 274 personas que vivían en estos alojamientos precarios en la ciudad.

Están ahí. En zonas algo apartadas, en descampados pocos transitados, intentando aprovechar las sombras que la ciudad crea a los ojos de los ciudadanos... Las chabolas siguen siendo una realidad en Zaragoza, y sus moradores continúan con su dura vida al raso en distintos puntos de la capital aragonesa. En términos generales, se puede decir que el fenómeno se ha estabilizado: según los datos del Ayuntamiento, ha bajado el número de asentamientos chabolistas, pero ha subido ligeramente la población que vive en ellos.

 

"El chabolismo se perpetúa en las ciudades, y por ende en Zaragoza", admite la memoria que recoge las actuaciones que el Ayuntamiento llevó a cabo el año pasado para estos casos. El documento señala que a lo largo de 2017 se detectaron 56 asentamientos. Supone un descenso con respecto al año anterior, donde se controlaron 62.

Sin embargo, los trabajadores municipales y de las entidades sociales que trabajan en los núcleos chabolistas han detectado que en algunos asentamientos ha aumentado la población. Esto ha hecho que las personas atendidas haya crecido, de las 250 que se registraron en 2016 a las 274 de 2017.

Esto no significa que este número de personas esté viviendo continuamente en esta precaria situación. De hecho, la movilidad cada vez es más alta, ya que muchos vienen y van desde sus lugares de origen. El Ayuntamiento hizo una foto fija el 13 de diciembre del año pasado en la que se detectaron 38 asentamientos chabolistas o infraviviendas en los que vivían 170 personas. Unas cifras notablemente inferiores a las que se anotaron en un estudio similar realizado el año anterior por esas mismas fechas.

Un perfil en cambio

La situación en la que viven, evidentemente, es muy precaria. Están sometidos a las inclemencias meteorológicas, con unas pésimas condiciones de salubridad y unos recursos económicos casi nulos. Entre esta población se detectan sin problemas casos de gente con un nivel formativo bajo, con una salud precaria, con problemas mentales, con dependencia de alcohol o drogas… Casi siempre carecen de relaciones sociales y se dedican a la mendicidad ‘profesionalizada’, y llevan mucho tiempo sin saber lo que es vivir en un hogar normalizado.

El perfil va cambiando. Yolanda Mañas, jefa de Servicio de Servicios Sociales Especializados del Consistorio, señala que "tradicionalmente eran gitanos de aquí, que se asentaban y componían una bolsa de gente fija". Ahora, dominan los llegados del Este de Europa (Rumanía, Rusia, Turquía...). Son gente que se mueve mucho y que tiene "poco contacto" con los servicios sociales que se ofrecen a ayudarles.

Por distritos, los asentamientos chabolistas se diseminan por El Rabal (17), Miralbueno (10), Las Delicias (8), San José (5) y los barrios rurales (5). En su interior, además de chabolas (43), el año pasado se constató la presencia de 29 caravanas o camiones, doce edificios en precaria situación, doce torres agrícolas, siete casetas y seis parcelas.

La integración definitiva

El trabajo del Ayuntamiento no solo consiste en detectar los asentamientos y ofrecer ayuda a sus habitantes. El reto final, aunque sea difícil, es erradicarlos mediante la integración de los chabolistas y su acceso a una vivienda. Por eso, hay un programa de intervención familiar en el que el año pasado participaron 25 familias, todas ellas de etnia gitana. A lo largo del año, dos de ellas adquirieron las habilidades y recursos suficientes para ser autónomos y abandonaron el programa.

Con ellos se hace un trabajo integral. Se les facilita el acceso a una vivienda –en el mercado libre o de la sociedad municipal Zaragoza Vivienda, que pagan en proporción a su renta– y se les ayuda con el control de su salud, con la escolarización de los menores, con la búsqueda de empleo, con la formación... "Aunque ya vivan en pisos, el programa municipal contra el chabolismo sigue trabajando con ellos, el proceso de inserción continúa hasta que tengan habilidades y recursos para valerse por ellos mismos", cuenta Mañas. Todo con el (complicado) objetivo de erradicar el chabolismo.

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