Niegan que el niño que salió de la guardería con quemaduras estuviera en el suelo a 38º

La acusada declara que el bebé permaneció en su hamaca y pudo rozarse con ella. Las médicas achacan las heridas al contacto con una superficie plana muy caliente.

Aspecto que presentaba la quemadura del gemelo derecho del niño cuatro meses después de producírsela.
Aspecto que presentaba la quemadura del gemelo derecho cuatro meses después de producírsela.
Heraldo

"El niño no estuvo en ningún momento en contacto ni con el suelo ni con una superficie muy caliente". María Pilar A. B., educadora del centro infantil Nuestra Señora de la Rosa de Casetas, rechazó este martes de forma tajante las acusaciones de imprudencia profesional que le atribuyen la Fiscalía y los padres de un bebé de 14 meses al que recogieron en la guardería el 23 de junio de 2016 y descubrieron que presentaba graves quemaduras en los gemelos de ambas piernas y en un glúteo.

La trabajadora manifestó este martes durante el juicio que el niño estuvo todo el rato sentado en su hamaca, salvo unos momentos en los que una compañera lo cogió en brazos porque "lloraba" y para que "cogiera fuerza en las piernas", pues todavía no caminaba ni gateaba. La explicación que dieron ambas a las quemaduras de segundo grado que sufrió el niño es que se las pudo producir al rozarse en la hamaca (forrada con tela) en la que permaneció sentando, ya que "movía mucho" las piernas.

Sin embargo, esta justificación fue descartada de plano por las dos médicas que testificaron en la vista oral. La forense Dolores Ramón indicó que "forzosamente" tuvo que causárselas al estar en contacto la piel con un "foco de calor" y "sentado en el suelo". Mientras, la cirujana plástica Marta García Ortín manifestó que no son quemaduras de fricción -"estas tienen características distintas", afirmó- y añadió que se pudieron producir "claramente" al estar "apoyado en una superficie caliente" durante un tiempo que dijo no poder calcular.

María Pilar A. B., técnica superior en educación infantil y que en ese momento llevaba 18 años trabajando en el centro, declaró que el padre dejó al niño a las 15.00 y que tenía algunas rojeces en las piernas por haber estado en la piscina el día anterior. Expuso que tenía cuatro niños a su cargo y a las 15.40 los llevó a la terraza, que en parte está cubierta con un toldo.

"A las 16.20 los bajé a la clase para darles galletas y agua y fue al cambiarle el pañal, a las 16.50, cuando vi que llevaba unas heridicas en las piernas. Se lo dije a la directora y como faltaban diez minutos para que llegara el padre a buscarlo no lo llamamos", declaró. Aseguró que cuando se lo entregó al padre el niño estaba sonriendo y que se ofreció a acudir al centro de salud con él. Al mostrarle este martes la juez las fotos de las lesiones afirmó: "No tenían esa magnitud cuando vi al niño".

Todo lo contrario declaró el progenitor, quien dijo que su hijo lloraba desconsoladamente y lo llevó inmediatamente a urgencias, donde le diagnosticaron quemaduras de segundo grado. Un compañero de trabajo se lo encontró cuando llevaba al niño en brazos y lo vio "desencajado" de preocupación. Tanto él como su mujer dijeron que el pequeño estaba perfectamente antes de entrar al centro.

Para el fiscal y la acusación particular, a cargo de la abogada Olga Antón, la conducta de Pilar A. B. supone una imprudencia profesional por no haber tenido la diligencia de cuidado debida. Sin embargo, su abogado defensor pide su absolución por que, a su juicio, "no hay prueba alguna" de que el niño se quemara en la guardería. "Se le quiere imputar de forma gratuita y arbitraria una imprudencia grave y nos tenemos que creer como dogma de fe que se hizo las lesiones en el centro", dijo. Entiende que no es lo mismo la "imprudencia profesional" –que demuestra una impericia- que la imprudencia "del" profesional o negligencia. A pesar de ello, alternativamente planteó una condena de 240 euros de multa por imprudencia.

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