Manuel Jesús Redondo es todo un clásico del Mercado Central. "Si tengo 63 años, llevo aquí 61", cuenta mientras corta costillicas de ternasco a mano –"como tiene que ser, ¡nada de máquinas!", añade. En efecto, se crió en la carnicería familiar. Como sus hermanos. De los ocho que son, seis se dedicaron a la carne, algunos en el propio mercado y otros en distintos puntos de la ciudad. La saga seguirá con su sobrino. "Me hace ilusión que el apellido siga en el nuevo mercado", confiesa Manuel Jesús. Él se jubila con 63 y la pena de no llegar a los 65. "Con cinco años menos y un hijo que siguiera con esto, me hubiera animado a ir al nuevo mercado", señala.

Cree que el nuevo proyecto es "una exageración de grande", pero considera que "quedará precioso". Esta semana ya se está despidiendo de sus clientes, a quienes en algunos casos conoce desde hace décadas, y a quienes añorará en su nueva etapa vital: "Echaré de menos todo esto, a la gente, tratar con ellos todos los días...". "Llevo toda la vida aquí, me da lástima dejarlo pero es lo que toca", dice. Desea "mucha suerte" al Mercado Central y a sus detallistas en la nueva etapa, que vigilará de cerca dando consejos a su sobrino y, si hace falta, echando una mano donde mejor se desenvuelve: al otro lado del mostrador.