Los tambores y las imágenes conmueven en un mágico inicio

Las palmas de la Entrada, los costaleros de la Humildad y el viacrucis conjunto del Silencio y Las Esclavas llenaron el Casco Histórico.

El palio de María del Dulce, portada por los costaleros de la Humildad, ayer por la calle de Doctor Palomar, en el barrio de la Magdalena
El palio de María del Dulce, portada por los costaleros de la Humildad, ayer por la calle de Doctor Palomar, en el barrio de la Magdalena
Aránzazu Navarro

Los niños fueron este domingo los grandes protagonistas en el comienzo de la Semana Santa zaragozana. Y no solo por las palmas y golosinas, ni tampoco por sus bonetes celestes, sino porque el inconfundible sonido de las carracas, aderezado de los primeros redobles, atrajo a una gran cantidad de público –entre ellos muchos menores con tambores de Bob Esponja y Peppa Pig– a la plaza del Justicia. Además, los hermanos de la Entrada de Jesús en Jerusalén invitaron a acompañarles a una treintena de escolares de Maristas que este año harán su primera Comunión, con lo que fueron infinidad los niños que disfrutaron en la soleada mañana de la procesión de la borrica.

Estación de Penitencia

Las palmas se confundían con los capirotes azules, mientras todos esperaban a que se abrieran las puertas de San Cayetano y asomase la talla de los hermanos Albareda. Llegado el momento, y entre decenas de ‘flashes’ y de móviles haciendo las veces de videocámaras, los pequeños saludaron al paso –parcialmente restaurado este año– con sus chuches y los mayores, con ramas de olivo.

La procesión de la Entrada fue especialmente celebrada a su paso por el Coso y la plaza de España, donde congregó numeroso público, y también en la plaza del Pilar, donde los hermanos cumplieron con su tradicional ofrenda a la Virgen y brindaron a los turistas hermosas fotografías con el paño mudéjar de la Seo de fondo (lástima, por cierto, que su fachada continúe plagada de andamios). Poco antes de concluir, también fue muy emocionante el ya tradicional toque de ‘la calandina’, que arrancó aplausos en la recogida en la plaza del Justicia.

Lluvia de pétalos

"Con calma. Un poquito de frente.Cuando estéis preparados, me lo decís", decía este domingo el capataz de la Humildad antes de dar los tres golpes del llamador y se llevara a cabo la primera ‘levantᒠde esta Semana Santa. Ver a los costaleros meciendo el paso de Jesús de la Humildad provocó las primeras lágrimas en la calle del Doctor Palomar, que fueron más hondas –si cabe– con la salida de María del Dulce Nombre.

Las angostas calles de La Magdalena lucían repletas de público para ver cómo los hermanos de la Humildad sacaban, de rodillas y con sumo esfuerzo, unas imágenes diseñadas por Paco Berlanga, que pesan más de una tonelada.

Las bandas de Valladolid y de Ejea de los Caballeros acompañaron este domingo a la procesión, en la que se sucedieron los llantos, los aplausos, los espotáneos que cantaban o gritaban ‘vivas’ al paso de las imágenes y la lluvia de pétalos, que ya es una tradición cuando el paso de palio –impresionantes sus velas y flores de cera un año más– recorre la calle Mayor y la zona de Dormer.

La de la Humildad –con las virguerías que hacen los costaleros y con los animados toques andulces– es siempre una de las procesiones más esperadas del Domingos de Ramos, si bien este domingo también era obligado prestar especial atención al viacrucis conjunto que se celebró en San Pablo. El incienso y las héraldicas se combinaron para generar un ambiente introspectivo momentos antes de que Las Esclavas y el Silencio sacaran a las calles el Cristo de la Agonía, una bella talla del siglo XVI. El Silencio, que este 2018 celebra el 75 aniversario de su primera salida procesional, completó en poco más de hora y media –se notó el cambio de hora pues aún había luz– el breve itinerario por el Gancho. Los momentos más celebrados fueron los de la salida de los hermanos con las sogas y el esparto y, claro, la emoción desbordada de los vecinos cuando el Cristo rozaba los balcones de la calle de San Pablo.

Otro emotivo despertar de emociones fue el que se dio en el convento de las Dominicas de Santa Inés cuando los numerosos cofrades de la Columna iniciaron su procesión del Traslado. Entre destacados redobles –hay que recordar que la Columna ganó hace dos semanas el concurso– sacaron en su peana una de las imágenes más antiguas de la Pasión zaragozana, una pequeña talla de Cristo que tiene más de 200 años. Durante más de tres horas, el traslado también fue secundado por numeroso público (especialmente en los aledaños de la puerta del Carmen), que disfrutó del piquete de la cofradía de sus artísticos faroles de forja.

Por el Casco también se pudo ver la procesión titular de la Humillación, con el paso de Cristo, que a su salida de San Felipe y a su paso por la calle de Alfonso I fue objeto de cientos de fotografías. Dado que hacía buena noche y que hay bastantes turistas en la ciudad, la procesión contó con espectadores en todos y cada uno de los metros de su recorrido. En su recogida, pasadas las 22.15, algunos fieles se acercaron a coger los claveles rojos bendecidos que acompañaron la talla anónima del siglo XIX.

También cumplieron este domningo con su tradicional ‘viacrucis de los enfermos’ los cofrades de la Coronación, que recorrieron el barrio de San Gregorio, haciendo sonar sus tambores y bombos y acercaron el busto coronado del siglo XVIII alHospital Royo Villanova, donde hicieron una ofrenda a los internos y a los trabajadores.

Asimismo, el Prendimiento del Señor celebró este domingo una destacada procesión –con sus instrumentos retumbando en grandes avenidas como Sagasta o Independencia– en la que se pudieron ver los pasos de la Virgen de los Dolores, bajo artístico palio, y la peana del Cristo de Daroca. Frente a la fachada de Santa Engracia, el Prendimiento hizo una predicación y, además, rindió honores a Jesús con la Cruz a Cuestas, que los hermanos del Calvario sacarán esta noche con motivo de la procesión de las Tres Caídas. También esta noche volverán a salir los Nazarenos, que ayer completaron un pequeño viacrucis en torno a la iglesia de San Miguel.

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