Cazado: el asesino dejó la huella de las tijeras en la cara de la víctima

La autopsia reveló que los golpes que el fallecido tenía en la zona maxilar se habían dado con un objeto contundente, similar a unas tijeras halladas en la calle Cortesías en la Magdalena.

La bolsa con las tijeras fueron encontradas en el local con la verja enrejada que se ve en la imagen, junto al portal donde vivía el fallecido, donde sus amigos depositaron flores.
La bolsa con las tijeras fueron encontradas en el local con la verja enrejada que se ve en la imagen, junto al portal donde vivía el fallecido, donde sus amigos depositaron flores.
José Miguel Marco

Han pasado casi ocho años desde que Luis Bernal López, que ahora tendría 61 años, fue asesinado en su domicilio de la calle de Cortesías, en el zaragozano barrio de la Magdalena. Sus amigos, extrañados de no verlo, subieron a su casa y lo encontraron tendido en la cama, atado de pies y manos y con una camiseta de manga larga cuyas mangas se entrelazaban por debajo del cuello, permitiendo bien un mecanismo de estrangulación o de mordaza. Tenía la cara destrozada a golpes y tres costillas rotas, entre otras contusiones. Una habitación estaba revuelta y una caja fuerte que había empotrada en la pared estaba vacía y con las llaves puestas y el móvil del fallecido había desaparecido.

Como en cualquier escena de un crimen, los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Científica inspeccionaron el lugar y recogieron una serie de muestras y objetos para ser analizados minuciosamente en el laboratorio y extraer pruebas que luego les permitieran reconstruir los hechos. A los funcionarios les llamó la atención una bolsa de plástico de Galerías Primero que estaba tras la persiana metálica de reja de un local abandonado situado junto al portal del edificio en el que residía Luis Bernal, en cuyo interior había unas tijeras de cortar chapa de unos 30 centímetros de longitud.

Ambos objetos parecían haber sido tirados allí hacía muy poco tiempo, pues no tenían restos de polvo ni suciedad, en contraste con la basura que se acumulaba tras el enrejado. Los análisis científico-forenses revelarían después la importancia tanto de la bolsa como de las tijeras pues, a la postre, se han convertido en las pistas esenciales para resolver este crimen casi ocho años después de haberse cometido.

Lo primero que los agentes observaron es que los autores de los hechos (tenían que ser más de uno por la forma en que se produjo la muerte) habían forzado el cristal del portal del edificio y también la cerradura del domicilio, cuyo bombín hicieron saltar con algo contundente.

El cadáver de la víctima se encontraba sobre la cama de su dormitorio, atado de pies y manos, de lo que la policía dedujo que fue llevado allí para presionarle y obtener información sobre la apertura de la caja fuerte. Las distintas informaciones recabadas de testigos apuntaban a que Luis Bernal, cocinero jubilado anticipadamente por enfermedad, complementaba su pensión con la venta al menudeo de hachís y, en menor medida, cocaína.

Por eso, una de las principales hipótesis policiales fue el robo estaba relacionado con el tráfico de drogas. Tanto fue así que los primeros pinchazos telefónicos de números sospechosos que se habían relacionado con la víctima llevaron a desarticular a una banda de traficantes formada por Nabil B. y los hermanos Mohammed, Abderrahim y Younnes C., que ya han sido juzgados y condenados por un alijo de 61 kilos de hachís que la policía encontró en dos cuartos trasteros. Pero la investigación llevada contra estas cuatro personas terminó descartándolas totalmente con el asesinato del cocinero.

Las distintas huellas que se localizaron en el lugar del crimen no revelaron la identidad de otros posibles sospechosos. De la bolsa de plástico de Galerías Primero, los agentes lograron extraer una huella digital pero en ese momento no pudieron relacionarla con ninguna persona. Fue en 2017 cuando, gracias a nuevas técnicas, se concluyó que pertenecía a Brahim N., argelino de 34 años, residente en la capital aragonesa.

La "huella figurada" del arma del crimen

Paralelamente, los médicos forenses hicieron un hallazgo realmente importante: los golpes que Luis Bernal recibió en la cara -en la zona maxilar, que le causaron una doble fractura mandibular, y en la zona orbital izquierda- fueron efectuados con un objeto contundente cuyo perfil era similar a la tijera encontrada en la bolsa. Es decir, lo que los forenses llaman “huella figurada” pues reproduce la silueta del arma empleada para golpear. Los investigadores concluyeron que los homicidas tiraron la bolsa allí como una forma rápida de deshacerse de las tijeras sin llamar la atención, pues en esas fechas se estaban celebrando las fiestas de la Magdalena y solía haber mucha gente por la calle.

En su atestado, la Policía reflexiona sobre este hallazgo y llega a la conclusión de que la posibilidad de que la huella se corresponda con una persona ajena a la muerte de Luis Bernal supondría que Brahim había metido la mano en las verjas con la mera intención de tocar una bolsa tirada en el suelo, cuando la lógica indica que en caso de poder acceder a la misma la hubiera retirado del lugar.

Con estos dos elementos se decidió detener a Brahim N. para ser interrogado sobre estos hechos. Los agentes lo localizaron en su domicilio de la avenida de América de Zaragoza y su reacción, según reflejó la Policía en sus diligencias, no pudo ser más espontánea y reveladora: “Yo no me como este marrón. No tengo nada que ver con esto. Conozco quien lo hizo y fueron dos chicos rumanos y la novia prostituta de uno de ellos, que era quien realizaba los servicios sexuales al muerto, junto con otro chico argelino amigo mío”.

Todo esto lo dijo entre sollozos, así como otros datos que permitieron poco a poco a la Policía ir desentrañando esta madeja y localizando a los diferentes partícipes en este crimen. Así, señaló a un compatriota que en una ocasión le contó que estaba asustado por haber participado con otras personas en el robo de un piso y porque uno de los que le había propuesto el asalto le había golpeado “con mucha fuerza en la cabeza” al inquilino. También que ese robo se produjo después de que una mujer rumana que ejerce la prostitución le contara a dos conocidos de su misma nacionalidad que sabía que el residente en la casa guardaba drogas y dinero en su casa. Brahim incluso dijo que el “varón rumano” que habría golpeado a la víctima regentaba antes un bar en el barrio Oliver.

Poco a poco, el Grupo de Homicidios fue cerrando el círculo y localizando uno a uno a los presuntos autores del asesinato. La jueza instructora del caso, Beatriz Muñoz, emitió órdenes internacionales para localizar alguno de ellos, como Mihail S., sospechoso de ser el autor material del crimen. También fue detenida la pareja formada por Vasile C. y Alexandra C. Esta mujer había estado varias veces en casa de la víctima y fue quien comunicó a su compañero sentimental que en la casa podría haber dinero. Junto al quinto procesado Daho B. -expulsado a Argelia en 2016 y que no ha podido ser localizado- se presentaron en casa del vecino de La Magdalena a una hora no determinada del 21 de junio de 2009 y lo mataron por dinero.

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