Cuando las mujeres piden que se pare el bus

El Ayuntamiento y varios colectivos ven con buenos ojos que ellas puedan bajarse del autobús nocturno fuera de las paradas.

Una chica mira el móvil en una parada de la plaza de San Miguel, en Zaragoza.
Una chica mira el móvil en una parada de la plaza de San Miguel, en Zaragoza.
Toni Galán

Laura baja del autobús. Ya es madrugada, y poca gente va a esas horas por la calle. Un coche pasa cerca y unos chicos le lanzan gritos y silbidos por las ventanillas. Aprieta el paso y pide que el vehículo no se detenga. Antes de abrir la puerta de su edificio, echa una mirada vigilante a su alrededor. Ya en casa, respira algo más aliviada. Esta situación, ficticia y real al mismo tiempo, se repite cada noche para muchas mujeres, especialmente los fines de semana. La sensación de inseguridad se agudiza a determinadas horas y en algunas zonas, menos iluminadas y transitadas.

Varias ciudades españolas, entre ellas Zaragoza, se están planteando qué pueden hacer para evitar o, al menos, minimizar este tipo de situaciones. Y una de las opciones que han planteado es la de las llamadas paradas antiacoso de los autobuses que circulan por las noches. Con este protocolo, las mujeres pueden pedir al conductor que detenga el vehículo fuera de las marquesinas establecidas, en el punto más cercano a su destino o en el que consideren más seguro.

Vigo, Bilbao, Tarragona y Barcelona (en pruebas) ya han puesto en marcha esta medida. La ciudad gallega lo estrenó la semana pasada. En la capital aragonesa aún es un proyecto, y se va a plantear dentro de la revisión del plan de movilidad sostenible. Teresa Artigas, concejala de Movilidad, dice hay que estudiar "si es viable", pero la considera "interesante" porque puede "ayudar a reducir la sensación de inseguridad ante posibles situaciones de acoso". En cualquier caso, advierte de que esta "no puede ser una medida aislada".

355 metros entre paradas

El sistema es muy sencillo. En Vigo, por ejemplo, la mujer que quiere detener el autobús fuera de las paradas establecidas se coloca en los asientos delanteros y avisa al conductor. Debe decirle el punto en el que se quiere apear y, llegado el momento, baja por la puerta delantera del vehículo.

En Zaragoza habría que estudiar cómo se aplica, ya que el reglamento impide que los viajeros se bajen del autobús fuera de las paradas. En la capital aragonesa la distancia media entre las marquesinas de las líneas nocturnas es de 355 metros. Por lo tanto, con las bajadas del bus a demanda las mujeres se pueden ahorrar decenas de metros de camino hasta su destino, algo que puede ser valioso en algunos puntos por su peligrosidad o por su falta de iluminación.

A falta de encuestas locales, un reciente informe francés revela que un 51% de las mujeres de ese país dicen sentirse inseguras al subirse al bus o al tranvía, frente al 38% de los hombres. Algunas señalan que acaban optando por cambiar sus costumbres a determinadas horas y hasta por evitar el transporte público.

La falta de iluminación es el factor que más contribuye a incrementar esa sensación de inseguridad, según señalan todas las partes, incluido el propio Ayuntamiento. "La poca luz que tienen algunas calles es un problema, se dan situaciones en las que sin querer acabas mirando hacia atrás", dice Carmen Turégano, responsable de la comisión de la Mujer de la Federación de Asociaciones de Barrio de Zaragoza (FABZ). "Y más con los casos de violación que están ocurriendo", añade. Turégano ve "muy interesante" medidas como las de Vigo, y la federación presentará alegaciones al plan de movilidad para que la capital aragonesa incorpore las paradas antiacoso.

No obstante, cree que la medida no se debería limitar a los buhobuses, sino que debería llegar "a todos los autobuses que circulan de noche". "El otro día cogí el circular a las 6.00 de la mañana, vinieron varios chicos que volvían de juerga y hasta que no llegó nadie más me sentí muy insegura. Lo mismo les pasa a las mujeres que van a trabajar a esas horas", ejemplifica Turégano.

La movilidad de las mujeres

En el plan de movilidad sostenible que está elaborando el Ayuntamiento, la perspectiva de género se ha incluido como un factor importante. "Hay pautas vinculadas a la movilidad que varían entre hombres y mujeres, como el tipo de transporte, los horarios, los miedos...", explica Teresa Artigas. Así, los estudios revelan diferencias como que las mujeres usan más el transporte público y andan más, que los hombres se mueven más en coche y que ellas tienen más miedo a ir en bicicleta por la ciudad.

El colectivo ciclista de mujeres Bielas Salvajes lleva años organizando unos cursos bautizados como "biciescuela" para que los adultos aprendan a circular por la ciudad sobre dos ruedas. Mer Cruz, una de sus miembros, señala que "el 90% de los inscritos son mujeres". "Nosotras sufrimos más la inseguridad en las calles", señala. Y no solamente en situaciones de acoso, sino también, por ejemplo, al ir en bici. "Las mujeres se atreven menos a circular en la ciudad", dice.

Cruz también coincide en la importancia de que haya una buena iluminación, algo que no ocurre "en las calles pequeñas de los barrios". "Eso genera muchísima inseguridad en las mujeres", alerta. En su caso, la bicicleta ha sido casi un mecanismo de defensa, ya que le da "más recursos a determinadas horas".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión