El Ayuntamiento se apunta a lo 'healthy'

Obviando la oda al colesterol que siempre supone la fiesta del Jueves Lardero –qué coincidencia que estas dos informaciones vayan en la misma página–, el Ayuntamiento de Zaragoza está dispuesto a declarar la guerra a la obesidad y el sobrepeso. Ayer hizo públicos los pliegos con las condiciones que deben tener las máquinas expendedoras de alimentos en los centros municipales y en los que veta la bollería industrial y las bebidas carbonatadas.

Así, las empresas interesadas en hacerse cargo de las máquinas –que son 94 y cuyo contrato sale a licitación por 23.500 euros al año– deberán hacer una oferta en la que los refrescos sean sin azúcar, los zumos ecológicos y el café de comercio justo. Además, los frutos secos serán "naturales o tostados" (nunca fritos y menos aún con sales o grasas añadidas) y en la selección habrá de incluirse una oferta de ensaladas y bocadillos con pan integral y vegetales. Asimismo, las máquinas "tendrán un mínimo de tres frutas de temporada" y en los productos "el aceite utilizado será únicamente de oliva o de girasol".

Al igual que muchas otras administraciones –¡e incluso la Legión, que acaba de poner a dieta a sus militares!–, el Ayuntamiento apuesta por la comida saludable y considera que tiene que hacer "una labor de concienciación" ofreciendo alimentos con menos grasas, azúcares y sales. Sigue así las directrices del Ministerio de Sanidad y Consumo, que asegura que "prevenir la obesidad es una prioridad de la salud pública". Según datos de la estrategia nacional de nutrición, el 14,5% de la población adulta sufre de obesidad, mientras que el índice de sobrepeso asciende al 38,5%, esto es, más de la mitad de los españoles entre los 25 y los 60 años están lejos de su peso ideal.

El Seminario, la comisaría de La Paz, el CAT, los tres parques de Bomberos, Fortea o la propia Casa Consistorial serán algunos de los destinos donde se instalarán las nuevas máquinas, previsiblemente, en primavera.

Como en el nuevo pliego de condiciones también se hace un inventario de cuántas máquinas instaladas hay en la actualidad y qué usos tienen, se pueden rastrear algunas curiosidades como que en el Seminario suele haber fila para tomarse un cafecito (las de Tesorería y Contribución superan los 13.000 usos anuales) o que las de los centros de convivencia de Garrapinillos y de Movera no tienen excesivo éxito. De las cinco que hay en el Ayuntamiento, la más demandada es la del ‘hall’, que –no obstante– no supera en usos a las que hay en el centro cívico tío Jorge o en el recibidor de la escuela de teatro.