Gaditano de nacimiento, Xuxo Ruiz es profesor de primaria en el colegio público San Sebastián, en Albaida del Aljarafe (Sevilla). Su forma de dar clase utilizando la magia le ha hecho quedar entre los finalistas al Gobal Teacher Prize 2018. Participó en Zaragoza en la reciente presentación de la nueva edición del programa ‘Educar para el futuro’, de la Obra Social de la Fundación Ibercaja.

¿Cómo le dio a usted por esto de la magia?

Cuando tenía 7 añitos, un día un mago me sacó una moneda de detrás de la oreja y yo me quedé alucinado y pensé: "Me tengo que lavar mejor las orejas o me hago mago". E hice las dos cosas. A partir de ese momento, cada vez que había una reunión familiar le preguntaba a los mayores si sabían hacer trucos o juegos de cartas y empecé a leer mucho sobre magia... Me ha gustado siempre.

¿Y cuándo se le ocurrió utilizarla como herramienta de enseñanza?

Empecé a estudiar ‘Magisterio’ en 1994 y ya en las primeras clases prácticas que me mandaron en la facultad empecé a usarla. Al principio de forma puntual, pero pronto me di cuenta de que podía utilizarla para muchas más cosas. Vi que es un recurso educativo que puede ayudar a transmitir conocimientos y me puse a investigar juegos y a evolucionarlos. De todos esos años de estudio salió mi libro ‘Educando con magia’, que se publicó en 2013.

Pero usted, en realidad, ¿es maestro porque no pudo hacerse mago?

No. Educar ha sido mi otra pasión. Siempre he querido transmitir mis conocimientos a la sociedad futura. La de educador es una de las profesiones más nobles y admirables que hay. Tienes en tus manos la posibilidad de cambiar la sociedad futura. Y la magia es una herramienta para lograrlo.

¿Qué consigue usted con ella?

Que los niños vayan al colegio felices y contentos. Todos recordamos al maestro que nos hacía las clases divertidas y yo creo que es fundamental que los alumnos lleguen al aula motivados y con ganas de aprender. La educación no tiene por qué ser ni aburrida, ni monótona. Tiene que tener chispa mágica. Ahora los niños están hipersaturados de información, están sometidos a multitud de estímulos y esto les resta ilusión a la hora de aprender. La magia me ayuda a enseñar de una manera diferente.

¿Para qué la utiliza en el aula?

Generalmente, para introducir temas y para explicar contenidos que son difíciles de enseñar de otra manera. Pero también para mantener la atención de los alumnos. Ellos saben que en mi clase todos los días hay magia y que, en cualquier momento, puede suceder algo: un lápiz que desaparece y aparece en otro sitio, un sacapuntas que sale volando. Y saben que tienen que estar atentos. Me sirve para mantenerlos expectantes porque si alguien se la pierde, la magia no se repite.

No todo el mundo tiene su destreza para la magia. Es una habilidad que debe aprenderse y que no es fácil.

La mayoría de los juegos que yo utilizo en el aula no son difíciles ni hace falta tener una habilidad especial. De lo que se trata es de que tengan una doble vertiente, que sean un divertimento y que sirvan, al mismo tiempo, para trabajar aspectos curriculares como las competencias matemáticas o las habilidades comunicativas.

¿La magia sirve para cualquier curso?

La magia siempre va a ser atrayente para los niños, pero hay otros grupos que quizá necesiten otras cosas. Por ejemplo, este año estoy dando una asignatura en sexto y he descubierto que puedo trabajarla muy bien a través del rap. Y los chavales están emocionados porque estamos repasando poesía a ritmo de rap. En definitiva, se trata de buscar la fórmula que motive a los alumnos, que les haga levantarse e ir felices al colegio. Magia, rap, plastilina, pizarras digitales... Todo vale. El objetivo es que el niño aprenda.