Nuevas matemáticas al alcance de todos

Zaragoza acogerá un seminario en el que investigadores de todo el mundo darán a conocer sus trabajos para enseñar matemáticas a personas con síndrome de Down.

Niños con trisomía 21 haciendo una serie numérica en uno de los talleres organizados por Elena Gil.
Nuevas matemáticas al alcance de todos
E. G.

Las matemáticas y la felicidad parece ser una combinación imposible durante la etapa escolar, pero, ¿y si los alumnos se convirtieran en piratas y aprendieran a comparar longitudes con sus espadas en lugar de con varillas? De esta forma, se sumergirían en una historia donde todo tiene sentido gracias a la mimesis corporal. Esta es una de las propuestas didácticas para enseñar matemáticas a niños con trisomía 21, que es la causa del síndrome de Down en más del 90% de los casos, que plantean los expertos que se reunirán en Zaragoza el jueves y viernes de esta semana en el I Seminario Internacional de Trisomía 21, Matemáticas y Pensamiento.

La intuición geométrica

"Por sus características cognitivas, todo el tema aritmético a los niños con trisomía 21 o síndrome de Down les resulta muy complicado: memorizar las tablas de multiplicar, aprender los logaritmos de la suma o la resta, entre otros", explica Elena Gil, organizadora del evento y profesora de matemáticas. "A través de la geometría también pueden comprender los números, por ejemplo, entender el número cuatro relacionándolo con que un móvil tiene cuatro lados; y eso se hace mediante una conexión visual". Esto es gracias a una metodología de aprendizaje basada en el acceso al pensamiento matemático, a través de otras vías como la intuición geométrica o la mimesis corporal. Elisabetta Monari, una de las ponentes, define este sistema como "el nuevo árbol de las matemáticas", donde el tronco no es la aritmética, sino otras ramas como el álgebra o la geometría.

El seminario quiere dar a conocer el trabajo de algunos de los investigadores más destacados internacionalmente y mostrar la conexión que existe entre las matemáticas y el pensamiento, ya que consideran que las primeras ayudan a la construcción del segundo. La ponente australiana Rhonda Faragher ha hecho estudios que revelan que aprender matemáticas puede servir para que las personas que presentan este síndrome mejoren su autoestima y puedan desenvolverse mejor en determinadas situaciones. Gil también comparte esta visión, ya que la ha podido comprobar con uno de sus hijos que tiene trisomía 21, Luis de 10 años. "Es muy sensible a las formas geométricas y si por ejemplo ve la basílica del Pilar es capaz de distinguir los cilindros o los cuadrados", explica su madre. "Su mirada sobre la realidad es más precisa y completa, las matemáticas, le han ayudado a valorar aspectos que se le escaparían y, por tanto, a mejorar su calidad de vida", añade.

Existe una creencia generalizada de que los niños que tienen esta anomalía no pueden desarrollar un pensamiento abstracto. "Cuando trabajas con ellos te das cuenta de que no es así, ya que un niño puede empezar contando tres objetos y luego puede pasar a una idea, y eso es una generalización", defiende Elena Gil. El camino que siguen para llegar a la abstracción, según argumenta el ponente André Zimpel, no es el mismo que sigue el resto, es decir, no llegan a ese estado a partir de lo concreto, sino que lo hacen directamente, porque lo concreto les distrae mucho.

"Regenerar la enseñanza"

El seminario hace énfasis en que es una "perspectiva abierta a todos" porque creen que "si el enfoque de enseñar matemáticas a niños con trisomía 21 funciona, demuestra que es bueno para todos los niños porque nos ilumina sobre cómo regenerar la enseñanza. La humanidad que tienen a la hora de aprender nos ha hecho mejores profesionales", reconoce Elena Gil. Ella comparte la comparación que hace Eduardo Sáenz de Cabezón, divulgador de las matemáticas, de que un niño con discapacidad o con una enfermedad rara es como un punto singular: "En las superficies geométricas abstractas todo funciona normal hasta que llegas al punto singular, donde todo es diferente. Lo que se aprende de esas superficies estudiando ese punto es muy potente, al igual que lo que aprendemos con estos niños nos ilumina acerca del conocimiento de toda la humanidad, su singularidad nos ayuda a conocer al resto".

Al ser pionero en este campo, Elena Gil espera que sea el origen de un grupo de trabajo que no existe a nivel internacional. "Sobre todo quiero que sea un espacio de reflexión para los docentes sobre el enfoque y los métodos de enseñanza que existen hoy y sirva de ayuda a todos los niños que presentan trisomía 21 u otra discapacidad intelectual".

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