El paseo de Pamplona, la Z-30 y las avenidas del Actur son los puntos más ruidosos de la ciudad

Zaragoza rebaja su contaminación acústica nocturna pero el 26% de los vecinos soportan más de 65 decibelios durante el día. El mapa del ruido se ampliará con próximos estudios sobre el corredor aéreo y el ocio nocturno.

LA PRIORIDAD DEL GOBIERNO MUNICIPAL. Después de desalojar los coches de la plaza del España, Gran Vía, el Coso y Constitución, el gobierno de ZEC reconoce que es una prioridad actuar en los paseos de María Agustín y de Pamplona, por donde pasan cada día unos 50.000 vehículos. La edil Teresa Artigas dijo que se aprovechará el Plan de Movilidad Sostenible para fomentar más espacios peatonales y ciclistas y recordó que la hipotética segunda línea de tranvía pasaría por este eje.
El paseo de Pamplona, la Z-30 y las avenidas del Actur son los puntos más ruidosos de la ciudad
Oliver Duch

Pitidos, frenazos, acelerones y ruidos de motor. Uno de los principales problemas de salud pública es la contaminación acústica, y uno de sus máximos causantes es el tráfico rodado. Así, el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido comenzar a actualizar su mapa estratégico del ruido analizando cuál es la presión sonora que alcanzan los viales de la ciudad centrándose, exclusivamente, en el tráfico. Los datos no son del todo malos, pero evidencian que la de la contaminación acústica es una carrera de fondo. Ya se ha conseguido, por ejemplo, reducir las molestias del tráfico nocturno, pero –al considerarse ahora el Tercer Cinturón un vial urbano– los registros diurnos han empeorado bastante respecto a hace diez años.

Los paseos de Pamplona, María Agustín y Echegaray y Caballero son los más ruidosos de Zaragoza al tener que soportar una media superior a los 75 decibelios (dB) durante el día, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 65 dB como el límite deseable. También hay zonas en la margen izquierda con mucha contaminación acústica, como las avenidas de Gómez de Avellaneda, Salvador Allende o Pablo Ruiz Picasso, que tiene intensidades de tráfico de unos 24.000 vehículos al día. Otros barrios con una importante presión de tráfico rodado son San José, Torrero y Las Delicias (basta ver los registros de la avenida de Madrid, de Anselmo Clavé o de Vía Hispanidad), donde las calles acostumbran a ser estrechas con edificios altos en los que el ruido reverbera y se crea un molesto efecto túnel.

Las conclusiones del estudio presentado ayer revelan que un 26% de los zaragozanos están expuestos a ruidos por encima de los límites recomendables durante el día (hace diez años la cifra era del 16%) y un 17% los superan durante la noche (en 2007 era un 20%).

"Se ha reducido mucho el ruido nocturno pero el diurno ha aumentado al incluir el Tercer Cinturón que ahora ya se considera vial urbano y no una carretera", explica Carmen Cebrián, directora de la Agencia Medio Ambiente. De hecho, los vecinos del entorno de La Romareda (también algunas viviendas colindantes a Alcalde Caballero) sufren hoy más niveles de ruido que antes, lo que fuentes municipales atribuyen a este "cambio en el sistema de medición" y a que el nuevo mapa actualiza otro que no se revisaba desde 2007. Recuerdan que Zaragoza fue pionera en la confección de este tipo de herramientas (el primer plano es de 1998) y apuntan que en el anterior estudio no se contemplaban viales de Ranillas, Parque Goya o Arcosur, que hace apenas una década estaban en construcción.

Menos decibelios

Las conclusiones del estudio revelan que algunos cambios en la movilidad urbana, como la implantación del tranvía, han supuesto para casi 7.000 personas una importante reducción de los niveles de ruido. Así, en la Gran Vía se registran hasta 3 decibelios menos que hace diez años, mientras que el mayor recorte se produce en la zona del Coso y la plaza de España, donde la contaminación acústica cae hasta 7,5 dB, lo que beneficia a unos 2.000 vecinos del centro.

La edil responsable de Medio Ambiente, Teresa Artigas, apunta que este trabajo se completará –previsiblemente antes de final de año– con un estudio más ambicioso que incluirá también las molestias derivadas de la industria, de los ruidos de carreteras, del ferrocarril, el corredor aéreo y el ocio nocturno. Artigas recuerda que el ruido "es un contaminante que tiene que estar vigilado en aras de la calidad de vida", mientras que el técnico de Educación Ambiental, Jesús de la Osa, ofrece algunos datos sobre cómo el ruido no solo afecta al estrés o la pérdida del sueño sino que también "está comprobado que aumenta los ingresos hospitalarios, las llamadas a los servicios de emergencia y las enfermedades cardíacas y respiratorias, además de los nacimientos de bebés prematuros, con bajo peso y la mortalidad infantil". Incluso hay estudios "que asocian el ruido con la diabetes y exacerbación de enfermedades como el Párkinson", explica Osa.

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