La acusada de causar la muerte de 9 ancianos niega que incendiara la residencia de Santa Fe

La mujer, de 64 años y en prisión provisional en Zuera, declaró ayer en el juicio que vio el fuego pero no se atrevió a despertar a sus compañeras por no molestarlas.

Ocho personas han perdido la vida en el incendio de una residencia de ancianos en Santa Fe
Incendio de una residencia de ancianos en Santa Fe.
Oliver Duch

"Ya lo dije, yo no lo hice. Lo juro por lo que más quiero, que es mi hijo deficiente de 42 años. Se han dicho muchas mentiras sobre mí, pero yo no fui porque no fumo". Carmen Alejandre, en prisión provisional desde julio de 2015 como presunta autora del incendio y homicidio nueve de sus compañeros de la residencia Santa Fe de Cuarte, negó ayer cualquier responsabilidad sobre este "terrible" y "doloroso" suceso, como lo calificó la fiscal, Pilar Cavero.

La procesada insistió varias veces en que ella no fuma y trató de derivar las sospechas sobre los residentes que sí lo hacían: uno que no tenía piernas y estaba alojado en la planta baja (el fuego se produjo en el primer piso) y otro que falleció en el incendio. Con la misma rotundidad dijo que no cogió ningún mechero, aunque admitió que solían dejarlos en las mesas del jardín.

La cuestión no es baladí, pues desde el principio los investigadores han mantenido que el origen fue un colchón que la acusada prendió con la llama de un mechero en una de las habitaciones desocupadas del centro. Así lo dijo también la única empleada que, junto con otra residente válida, pudo evacuar a nueve internos que no podían valerse por sí mismos y que, de no ser por ellas y dos vecinos y dos policías de Cuarte que llegaron los primeros al lugar, habrían perecido con toda probabilidad. Por esa razón, además de nueve homicidios consumados, se le imputan otros nueve en grado de tentativa más un delito de incendio por los que las acusaciones piden penas de entre 62 y 138 años de prisión.

Pruebas indiciarias

La fiscal admitió en su exposición previa ante el jurado que decidirá sobre la culpabilidad o inocencia de Carmen Alejandre que no hay pruebas "directas" sobre su autoría, pero sí pruebas "indiciarias" que apuntan hacia ella. Como que todos los habitantes de la casa estaban durmiendo menos ella, Sara Flores, la cuidadora y Carmen Garza, otra residente, que estuvieron viendo la tele con ella en la planta baja hasta las 23.00.

A esa hora ella dijo que se iba a a acostar y subió a su habitación del primer piso. Ayer aseguró que en ese momento ya olió a humo, pero que pensó que Sara (la empleada) estaba guisando algo en la cocina y se le estaba quemando. Lo primero que hizo fue quitarse los audífonos y luego se metió en la cama. "Pero algo no me gustó, me levanté y al asomarme vi fuego. Bajé y le dije a Sara que subiera. Abajo, yo saqué a Julia de la casa y Carmen Garza a Dominica", dijo. "¿Llamó a sus compañeras de planta para que salieran a la calle?", le preguntó la fiscal. "No. Pensé ‘a ver si me van decir algo’ y no me atreví a despertarlas", respondió.

Las acusaciones insistieron en que ella tenía motivos para incendiar la casa porque estaba a disgusto y quería irse de la residencia –"a la que llamaba despectivamente el chalé", matizó el abogado Servando Gotor– y ya había anunciado que iba a hacer "algo gordo". Además, el día anterior había discutido fuertemente con su hijo pequeño (el que tiene su tutela) porque se había enterado de que se casaba y no iba a invitarla a la boda.

"¡Y qué tiene que ver que estuviera cabreada con mi hijo!", se quejó y lo justificó: "El 1 de agosto iba a irme a otra residencia que él ya me había buscado".

La abogada Xenia Cabello destacó la "frialdad" con que actuó Carmen Alejandre esa noche a lo que ella le contestó que tiene los nervios "interiores". El letrado Ricardo Agoiz le reprochó haber actuado con "maldad" y ella volvió a negarlo.

La fiscal recordó su pasado conflictivo, que le llevó a la cárcel de Zuera por apuñalar a su marido –"llevaba muy mal eso de cambiarle los pañales cuando enfermó y me dio por beber", admitió– y que derivó también en su incapacitación judicial.

Su abogada defensora, Sara Pradas, destacó que no hay pruebas contra su cliente, aunque desde el primer día han dicho que fue ella por su carácter, por haber estado en prisión, por su estado mental y porque ese día había discutido con su hijo.

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