Un espacio de buenas vibraciones

El servicio de Oncología del Clínico cuenta con una sala de ocio para pacientes y familiares, que ha ayudado a reducir su ansiedad según las primeras encuestas.

Marta Ramos ha sido la enfermera impulsora de este proyecto de la planta de Oncología.
Un espacio de buenas vibraciones
Toni Galán

"No hay nada imposible". Este es uno de los mensajes positivos que adornan las paredes de la sala de ocio del servicio de Oncología del hospital Clínico de Zaragoza, que ofrece a los pacientes con cáncer y sus familiares un espacio de evasión durante su estancia en el centro sanitario. En poco más de un año que lleva en funcionamiento, los resultados de esta experiencia son más que positivos: el nivel de satisfacción es pleno y, según los primeros estudios, se ha conseguido reducir la ansiedad de los pacientes durante su hospitalización.

Ingresar en un hospital no es plato de buen gusto para nadie, pero más si se sufre una enfermedad que puede exigir meses de visitas de forma intermitente al hospital. Fue la enfermera Marta Ramos la que nada más empezar a trabajar en la planta de Oncología del Clínico se percató de que los enfermos estaban nerviosos, apenas salían de sus habitaciones, solo veían la tele y pocos usaban la sala de estar común con enfermos de otras especialidades. "Hay muchas cosas pensadas para niños con cáncer, pero pocas para adultos. Y realmente son ellos los que más piensan en su estado de salud y más necesitan buscar una vía de escape, una evasión", explica esta experta también en Promoción de la Salud.

Presentó un proyecto a coste cero a la dirección del hospital, que apoyó desde el primer momento la iniciativa. La nueva sala, instalada al final de la planta de Oncología, supone un espacio de esparcimiento en el que se pueden encontrar desde juegos de mesa hasta una completa biblioteca con más de 400 libros. "Empezamos con una treintena donada por los trabajadores y, ahora, son familiares y pacientes los que ofrecen los volúmenes", explica esta profesional. Puede parecer un proyecto sencillo y muy simple, pero reporta grandes beneficios a las personas que pasan esta enfermedad. "Desgraciadamente son pacientes que tienen muchos reingresos, que pasan muchas semanas en el hospital y necesitan algo de entretenimiento", detalla la enfermera, que asegura que no hay ningún control sobre el material de la sala pero la gente colabora y funciona sin problemas. "Hay personas incluso que se llevan libros a casa para terminarlos y luego los devuelven", afirma Ramos, que ya ha presentado su proyecto a dos premios nacionales y otro internacional.

Unos beneficios que reconoce Virginia Paniagua, mujer de uno de los pacientes de esa planta, que cuenta con 25 camas. "Este espacio viene muy bien para el desahogo, tanto para los enfermos como para los familiares que pasamos mucho tiempo aquí", señala.

En la sala, también se ha reservado un espacio para la Asociación Española contra el Cáncer. Una de sus voluntarias reconoce que por su experiencia como paciente y ahora como voluntaria esta iniciativa ha supuesto "un antes y un después". "Ojalá hubiera tenido esta posibilidad cuando yo estaba en su momento ingresada. Es un gran avance. La sala de espera que teníamos antes la compartíamos con otros enfermos. Es mucho más cómodo y lógico tener una propia por las características de la enfermedad y de los pacientes", defiende Rosa María Bazán.

La enfermera ha recibido el apoyo no solo de enfermos y familiares sino también de sus compañeras, a las que agradece especialmente su colaboración para que esta iniciativa funcione cuando ella no trabaja. Su deseo para el futuro: "Me gustaría que se extendiera a otros servicios. Hay que cambiar la idea de lo que son los hospitales. Solo hay que ver cómo son en otros países, más novedosos, no tan jerarquizados y pensando en el paciente", concluye.

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