Un juez prohíbe la entrada al juzgado a un ciudadano que denuncia a diestro y siniestro

El hombre, que padece un trastorno obsesivo querulante, ya ha sido detenido una vez por desobedecer la orden.

Acceso al juzgado de guardia de la Ciudad de la Justicia.
Acceso al juzgado de guardia de la Ciudad de la Justicia.
Guillermo Mestre

Se dice que las cárceles no son más que un reflejo de la sociedad y de los juzgados puede afirmar otro tanto. Diariamente son miles las personas que trasiegan por ellos, entre jueces, fiscales, funcionarios, profesionales y ciudadanos de a pie que acuden a solucionar sus conflictos y someterse al dictado de la ley. Pero también los hay que solo acuden a pleitear por pleitear de manera compulsiva. Es un tipo de personaje cuya presencia se mantiene en el tiempo y que termina siendo conocido con nombre y apellidos entre los trabajadores de los juzgados y casi casi asimilado a la rutina diaria.

Hasta ahora, su presencia era lidiada con paciencia por los funcionarios, que siempre cuentan con el apoyo de los miembros de seguridad para protegerles en su trabajo y hacer desistir al litigante obsesivo e incluso agresivo. Sin embargo, en las últimas semanas uno de estos individuos se lo ha puesto muy difícil, tanto que un magistrado le ha prohibido la entrada al edificio salvo que sea citado expresamente para comparecer en un juzgado.

Todo empezó cuando hace dos meses aproximadamente, J. M. P. comenzó a visitar la Ciudad de la Justicia de Zaragoza y a presentar denuncias por una amplia gama de delitos –entre ellos obstrucción a la Justicia– contra un gran número funcionarios, jueces y miembros de seguridad alegando que no se le permitía defender sus causas en sus diversos trámites judiciales. Según explicaron varios trabajadores, en cada una de las denuncias que formulaba también solicitaba asistencia jurídica gratuita a través del Servicio de Orientación gratuita.

En estos dos meses, este hombre ha interpuesto denuncias en la mayoría de los doce juzgados de guardia contra diferentes trabajadores del edificio y su actitud, según las mismas fuentes, siempre ha sido hostil, amenazante y despótica. La mayoría de las denuncias se ha archivado, pero todavía queda alguna en trámite, con el correspondiente perjuicio que acarrea a los funcionarios, ya que son llamados para prestar declaración sobre algo que no tiene ni pies ni cabeza.

Al final, a propuesta de la Unidad de Policía Nacional Adscrita al Gobierno de Aragón, encargada de la seguridad del edificio, se informó de lo que estaba sucediendo y el titular del Juzgado de Instrucción número 7, Rafael Lasala, decidió dictar una medida cautelar de prohibición de entrada en los edificios judiciales. Pero J. M. P. –al que ya se le prohibió en 2015 el acceso a los juzgados de Madrid por el decano de esa ciudad– hizo caso omiso de la orden y el pasado 28 de abril tuvo que ser detenido por los agentes de la Policía que le impidieron pasar de la puerta.

Trastorno psíquico

Según los expertos, el comportamiento de esta persona se corresponde con un trastorno paranoide y concretamente con uno obsesivo querulante, es decir, que sufre una compulsión a litigar. Frecuentemente muestra un sentido combativo y tenaz de sus propios derechos de manera desproporcionada a la situación real. Quien la padece acude a los tribunales con una frecuencia e insistencia desmesuradas porque tiene una sensibilidad excesiva a los contratiempos y frustraciones e incapacidad para perdonar agravios.

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