El deporte como salvavidas

Más de 100 personas sin hogar participan este jueves en una jornada deportiva que trata de fomentar la actividad deportiva como medio integrador

Personas sin techo, las instalaciones deportivas de La Granja.
Personas sin techo, las instalaciones deportivas de La Granja.

Por segundo año consecutivo, la Coordinadora de Centros y Servicios para Personas Sin Hogar de Zaragoza ha programado una jornada deportiva que pretende "concienciar sobre la importancia de trabajar el deporte como herramienta para fomentar valores como la solidaridad, el respeto o la convivencia”.

La cita será este jueves -entre las 10.00 y las 15.00- en el centro deportivo municipal La Granja, y está previsto que participen más de 110 personas. Tal y como adelantó José Luis Esteruelas, uno de los organizadores, “se quiere concienciar a los usuarios que componen la coordinadora -Albergue Municipal, Hermandad del Santo Refugio, Parroquia del Carmen, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Cruz Roja, Cáritas Diocesana de Zaragoza, Asociación Servicio Capuchino de Cooperación al Desarrollo-Aragón, Fundación La Caridad, Asociación San Bla y Cruz Blanca- para que participen más en actividades deportivas”.

Y es que, Esteruelas entiende que el deporte puede ser un "pilar fundamental" en situaciones límite como la que le tocó vivir a María Jesús, una mujer de 55 años que colabora en el Centro Social San Antonio y conoce lo que es dormir en la calle.

Hace aproximadamente una década, distintos problemas personales hicieron caer a esta zaragozana en una importante y prolongada depresión, que se agravó todavía más a raíz de una lesión de rodilla. Desde que era una niña, había practicado con asiduidad la natación el atletismo, y no supo aceptar el verse obligada a abandonar el deporte.

La inactividad -sumada a una complicada situación económica y familiar- hizo que se hundiese moralmente, hasta el punto de acabar en la indigencia. Abandonó el lento proceso de rehabilitación de su rodilla, destrozada tras una rotura de ligamento cruzado y menisco, y se introdujo en lo que ahora, tras ver la luz, define como “un pozo profundo y oscuro”.

“El deporte formaba parte de mi vida; era mi pasión, hasta que me lesioné”, recuerda María Jesús, que durante unos 30 años nadó en las distintas modalidades y participó en carreras de larga distancia. “Competía de forma semiprofesional. Nunca me dediqué a ello, pero obtenía grandes marcas”, añade, y lamenta que su espíritu competitivo se viese truncado por el aspecto físico.

“Mi momento personal era el que era -prefiere no entrar en detalles sobre la causa central de su depresión- y el no poder practicar deporte influyó sustancialmente en que me hundiese. Al no formar parte de la élite, los médicos no valoran tu caso y el proceso se retrasa hasta la infinidad. La suma de todo hizo que me desestabilizase, pero por suerte ya estoy más entera”, valora, y destaca la importancia que el retomar la practicar deporte ha tenido en su mejora.

Tras un largo periodo de penurias, esta luchadora zaragozana recibió la ayuda del Centro Social San Antonio, donde imparte clases de español, y pudo volver a disfrutar de un hogar. Duerme en un piso compartido y, durante el día, alterna el trabajo de voluntaria con sus grandes aficiones. “Ahora corro a un nivel más bajo por montaña, y nado crol y espalda. La lesión te limita mucho; hay determinados movimientos que no puedo hacer”, explica, antes de lanzar un llamamiento.

“A todas aquellas personas que lo están pasando mal, les diría que no se den por vencidas y utilicen el deporte como estímulo. A nivel mental, ayuda y da esperanza”, ensalza María Jesús, que lamenta no poder asistir a una jornada deportiva en la que las personas sin techo podrán practicar fútbol sala, baloncesto, tenis de mesa, zumba o atletismo.

También colaboran la Fundación Caja Inmaculada, la Fundación Decathlon y el Ayuntamiento de Zaragoza.

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