Las calles del Casco Viejo o Delicias, bajo la lupa con mapa, bolígrafo y metro en mano

Estos son dos de los barrios estudiados dentro del proyecto colaborativo Zaragoza Accesible, que pretende desde el año pasado mapear la ciudad para diagnosticar el estado actual de la movilidad accesible.

Las calles del Casco Viejo o Delicias, bajo la lupa con mapa, bolígrafo y metro en mano
Las calles del Casco Viejo o Delicias, bajo la lupa con mapa, bolígrafo y metro en mano

Hace escasas semanas, a finales de marzo, una llamada ‘mapping party’ se llevaba a cabo en el barrio Delicias. En esta jornada de mapeado participaban una veintena de personas. Entre ellos, alumnos de la asignatura de Urbanismo de la Universidad San Jorge, miembros de la asociación de vecinos Manuel Viola, de Discapacitados Sin Fronteras de Aragón y un investigador de la Universidad de Deusto.

Su propósito principal: hacer trabajo de campo en calles como Vía Universitas o la avenida de Madrid y tomar notas de forma sistemática, plano, bolígrafo y metro en mano, sobre sus pasos de peatones, cruces, pavimentos o aceras.

No es este barrio zaragozano, sin embargo, el primero que se coloca bajo la lupa de los hacedores del proyecto Zaragoza Accesible, que ya han estudiado puntos de la Magdalena, el Actur, el Centro o Universidad. Esta iniciativa, que nació el año pasado en el marco de la cátedra Bantierra-Fundación Adecco de la Escuela de Arquitectura y Tecnología de la USJ, y que ahora se desarrolla de forma voluntaria y cuenta con la colaboración del grupo Mapeado Colaborativo de Zaragoza Activa y de la comunidad OpenStreetMap, tiene por objetivo mapear la ciudad para diagnosticar su nivel de accesibilidad desde el punto de vista de la movilidad urbana.

Si bien, el mapa ‘online’ que se está gestando con toda la información recabada, centrado ahora en las discapacidades motriz y visual, también quieren que sirva, según explica el director del proyecto Carlos Cámara, para concienciar a la población de la problemática existente en materia de movilidad accesible y mejorar la integración de los colectivos: “Queremos mostrar qué zonas pueden ser conflictivas para quienes utilizan silla de ruedas o son invidentes, buscando también que se actúe en ellas por parte de las instituciones”, indica.

“Hay mucho por hacer”

El año pasado, el Casco Viejo fue uno de los barrios radiografiados en el marco de Zaragoza Accesible. ¿Por qué este lugar y no otro? “La zona cuenta con una gran afluencia de personas debido a su carácter turístico, y con numerosos comercios y servicios. Por tanto, la accesibilidad en esta parte de la ciudad resulta decisiva de cara al ciudadano y al turista”, indica César Canalís, otro de los investigadores e integrantes del proyecto.

En lo que afecta a usuarios con discapacidad motriz, su trabajo de campo les permitió concluir que el entorno “presenta una accesibilidad aceptable para personas que utilizan sillas de ruedas en los pasos de peatones –“la gran mayoría cuentan con bordillos correctamente rebajados”-, si bien, matizan que “hay mucho por hacer” en lo que atañe a determinadas aceras en vías rodadas “por ser demasiado estrechas para estos usuarios”. Por su parte, las calles peatonales, “permiten un correcto desplazamiento, los pavimentos son adecuados y no poseen grandes rugosidades”.

Mientras, al estudiar los parámetros relacionados con las discapacidades visuales, el mapeo sirvió para valorar, según transmite Canalís, que se debe trabajar en “el uso de pavimentos táctiles y semáforos con señales sonoras si se quiere llegar a tener la zona más característica de la ciudad mínimamente accesible”. “Se ha observado que la gran mayoría de los pasos de peatones, salvo los del paseo Echegaray y Caballero, no cuentan con pavimento táctil”; y a su vez, “solo hemos encontrado dos pasos de peatones con semáforos sonoros en toda la zona inicial de actuación en el Casco Viejo”, rezaba su análisis.

En el apartado de las paradas de transporte público, también analizadas, la mejor parte se la llevan las del tranvía al contar con un “enrasamiento óptimo entre el medio de transporte y el bordillo” y encontrarse “totalmente adaptadas a personas con discapacidad visual, con los pavimentos y la información auditiva y escrita en braille”. No ocurre lo mismo, indican en el estudio, en algunas paradas de autobús, en las que detectaron “una clara falta de plataformas para que el pavimento quede a la misma altura que el bus en el caso de que este no sea adaptado” o que no contaban con “señales informativas o pavimento táctil”.

Ir mejorando el mapa y tratar de abarcar con él toda la ciudad son dos metas marcadas para el futuro por los implicados en la iniciativa. Su intención pasa también porque crezca el análisis incluyendo otros tipos de discapacidad, pero para ello necesitan un empujón. “Buscamos inversión tanto de entidades privadas como en convocatorias públicas para poder seguir con el proyecto, pues estamos convencidos de su potencial y sus beneficios”, afirma Cámara. Este “pone a disposición de todo el mundo unos datos abiertos y públicos, actualizados y modificables, a partir de los cuales se pueden crear aplicaciones de todo tipo u otros mapas personalizados”, recalca el director.

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