Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Reabiertos dos crímenes no resueltos de 1992 y cree que los cometió el mismo asesino

El juez ha practicado una reconstrucción de los hechos y espera el resultado de otras pruebas.

Los homicidios de Mercedes Lázaro (izquierda) y Eva María Aznárez (derecha) se cometieron en el lapso de mes y medio.
Los homicidios de Mercedes Lázaro (izquierda) y Eva María Aznárez (derecha) se cometieron en el lapso de mes y medio.
Heraldo

Los asesinatos de Mercedes Lázaro Sanmiguel, de 25 años, y el de Eva María Aznárez Morenilla, de 22, cometidos el 5 de marzo y el 16 de abril, respectivamente, del año 1992, podrían ser obra de un mismo autor o autores. Veinticuatro años después, la Policía Nacional ha reactivado la investigación –que nunca se dejó morir judicialmente para evitar su prescripción– y cree que cuenta con elementos suficientes para relacionar ambos crímenes.

La tarea ha sido lenta y complicada y han sido meses de trabajo en los que se han planteado desde reconstrucciones de hechos a nueva toma de muestras y de recuperación de otras que ahora, con mejores medios científicos y criminalísticos que entonces, podrían dar resultados esperanzadores. No obstante, las diligencias, impulsadas por el juez Rafael Lasala, están todavía secretas para garantizar el éxito de la investigación

Los crímenes de las dos jóvenes conmocionaron a la sociedad zaragozana. Mercedes Lázaro fue asaltada por la noche en el garaje de su casa de la calle de Fueros de Aragón. Tras aparcar su Renault 5 y dirigirse al ascensor, fue abordada por el asesino, con quien mantuvo un intenso forcejeo. Tras asfixiarla, arrastró su cuerpo hasta un rincón del garaje, donde permaneció siete horas sin que nadie lo descubriera. Su cadáver y sus ropas tenían signos de violencia, como hematomas en el cuello, contusiones y rasgaduras en las medias. No había rastro de agresión sexual.

Eva María Aznárez fue atacada en el ascensor del portal de su urbanización, en la avenida de Gómez Laguna, cuando regresaba también de noche. Murió debido a los golpes que le propinó su agresor con las manos y con un instrumento contundente. A diferencia del asesinato de Mercedes, del que no hubo testigos, en el de Eva María el vigilante de la urbanización vio al agresor arrastrando el cuerpo de la víctima. Lo describió como un individuo de raza negra y muy alto. Además, en el lugar de los hechos fue encontrada una medalla de oro con el relieve del mapa de Sicilia, una joya que solían adquirir militares americanos destinados en la base italiana de Comisso. También se halló en el espejo del ascensor la huella de la palma de una mano, restos de cabellos y una mancha de sangre, que no correspondía con la de la víctima.

A pesar de que los homicidios se produjeron en un intervalo de 42 días; que las dos víctimas fueron atacadas cuando regresaban de madrugada a su casa tras haber estado por ahí con amigas; que ninguna de ellas tenía signos de agresión sexual y que vivían en barrios poco conflictivos, nada hizo pensar entonces a la Policía Nacional que ambos estuvieran relacionados.

En el caso de Mercedes Lázaro, la investigación fue deficiente tanto por el tratamiento que se dio a las pruebas como por la mala custodia de las mismas. Hay que recordar que en el año 1992 la prueba de ADN era algo novedosa y no consolidado y solo se practicaba en laboratorios muy concretos. Los agentes confiaron excesivamente en el resultado que debía obtenerse de la gabardina de la víctima, en la que se hallaron unas manchas que pensaron que eran de semen y, por lo tanto del agresor. La Cátedra de Medicina Legal de Santiago tardó meses en contestar que no era esperma, sino saliva. También se pensó que podía ser del asesino, pero luego resultó ser de la propia víctima. A este error de partida se fueron sumando otros que, a la postre, permitieron al asesino quedar impune.

En el caso de Eva María Aznárez, la identificación de un sospechoso se quedó en eso, en sospechoso, porque los entonces jefes militares de la base aérea americana no colaboraron con la investigación y nunca se detuvo al presunto autor, del que se llegó a decir que se trataba del hijo de un alto mando. Los policías siguieron su rastro por media Europa pero, a pesar de todos esfuerzos, nunca se le localizó.

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