Se buscan pisos de alquiler para refugiados

Una tarea complicada ya que muchas personas no quieren alquilársela por su condición de extranjero.

El periplo de las personas refugiadas no acaba en los lugares de acogida, tampoco para los casi dos centenares que se encuentran en Aragón. Además de reponerse de lo vivido en la guerra y durante un largo camino de huída, necesitan adaptarse y crear un hogar en el nuevo destino asignado. “Es importante que encuentren una vivienda, una tarea que es complicada ya que muchas personas no quieren alquilársela por su condición de extranjeros o, incluso, porque directamente no quieren refugiados”, explica Natalia Alcalde, miembro del grupo de Facebook Ayuda a Refugiados en Zaragoza que, desde que comenzó la crisis humanitaria provocada por la guerra siria, ha promovido la sensibilización y ha acompañado a los refugiados.

Yousef, un joven refugiado de 22 años, ha encontrado piso este mes de febrero gracias a los voluntarios de ese grupo. “Llegué a España el pasado mayo. Los primeros seis meses, que es la primera fase, estuve en un piso tutelado con otros refugiados. Ahora, en la fase dos, he venido a vivir a este piso con otro compañero y me encanta”, afirma el sirio. Estar en la fase dos significa que ya puede trabajar, aunque todavía no ha encontrado empleo, y tener algo de independencia. Habla de su casa –un modesto piso de dos habitaciones, un salón, cocina y baño– con una sonrisa y agradece la ayuda de estos ciudadanos anónimos que se esfuerzan por su integración: “Son mis amigos, me han ayudado mucho para encontrar el piso y para todo. Pienso que mi vida en Zaragoza es mucho mejor con ellos”, agradece Yousef.

“La gran mayoría de los refugiados con los que estamos interviniendo son personas como él, muy abiertas, con muchas ganas de trabajar, que han aprendido la lengua en cuanto han podido y se han integrado muy bien”, reconoce Natalia. “Necesitamos más pisos de alquiler con contrato, personas sin prejuicios que permitan a los refugiados empezar una vida como nosotros lo haríamos, porque son personas como nosotros”, reitera la zaragozana.

Ahora este piso en la capital aragonesa lejos de la ciudad de Aleppo, su ciudad, se ha convertido en un nuevo hogar. “La casa que tenía en Siria fue destruida por una bomba que lanzaron desde un avión. Mi familia ya había salido de allí cuando eso ocurrió”, puntualiza.

Yousef fue el primero en salir del país. Lo hizo en cuanto comenzó la guerra porque, por edad, debía combatir en el ejército sirio. “Mis padres me dijeron que podía irme a Turquía, a casa de un primo”, cuenta. Ese fue el inicio del recorrido que le trajo aquí: cinco años trabajando como sastre –en jornadas laborales de 15 horas– en Turquía, un mes en la isla griega de Samos y un mes en Atenas, en campamentos improvisados, hasta que Unicef, primero, y Accem, después, se hizo cargo de su reasentamiento.

Tuvo suerte, llegó a tiempo, antes de que Europa decidiera cerrar las fronteras. “Alepo está destruida, la gente sale porque una parte está controlada por el DAESH, otra parte por Al Asad y otra parte por los rebeldes. La gente no puede estar ahí con la guerra. Antes teníamos una vida, un trabajo, una casa… ahora la guerra nos lo ha quitado todo. Por eso venimos”, sentencia Yousef.

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