Los jesuitas trasladan los restos enterrados en Veruela ante la próxima apertura del Parador

La orden religiosa solicitó permiso a la DPZ el pasado mes de mayo para vaciar las tumbas y el osario común.

El compromiso ha sido mantener las lápidas en su estado original.
El compromiso ha sido mantener las lápidas en su estado original.
Dpz

Los restos de 87 jesuitas fallecidos en el Monasterio de Veruela durante los casi 100 años en los que esta orden religiosa ocupó el recinto (de 1877 a 1975) han sido exhumados esta semana y trasladados al santuario de Loyola, en el municipio guipuzcoano de Azpeitia.

La Diputación de Zaragoza, propietaria del monumento, concedió el permiso para llevar a cabo la actuación, tras la solicitud registrada el pasado mes de mayo por el Provincial de España, Francisco José Ruiz. El objetivo de los responsables de la Compañía de Jesús era vaciar el cementerio (ahora desacralizado), que conservaba tumbas individuales con grandes lápidas de piedra, y un osario común, antes de que abra sus puertas el Parador Nacional de Turismo, cuya inauguración podría producirse este semestre. De hecho, la petición estuvo motivada por el previsible aumento de visitantes que recibirá Veruela cuando se ponga en marcha el establecimiento hotelero en el recinto barroco, donde se ultiman las obras del parquin y de la urbanización.

Técnicos del servicio de Restauración de la DPZ y de Patrimonio de la DGA supervisaron los trabajos, de los que se encargó un tanatorio de la localidad navarra de Tudela. Un coche fúnebre transportó los restos hasta Loyola, tras ser incinerados. En el santuario situado en el valle del río Urola la comunidad gestiona una basílica y un centro de espiritualidad, entre otras dependencias. Además, para ejecutar las tareas de albañilería se contrató a una empresa de Vera de Moncayo.

Las tareas de exhumación se prolongaron durante dos días. Primero se intervino en el osario (al que se accede por unas estrechas escaleras desde una lápida) y después, en las tumbas. El cementerio de los religiosos ocupa una superficie en la parte exterior de la iglesia, en el ala norte del complejo. La hilera de lápidas se encuentra situada bajo una inscripción en latín sobre el muro de piedras de sillar.

La solicitud de exhumación, fechada en la primavera de 2016, se notificó tanto al Departamento de Sanidad como al de Patrimonio del Gobierno de Aragón. Este monasterio cisterciense fue declarado monumento nacional en 1928 (con un decreto ampliado en 1928) y es Bien de Interés Cultural. La desamortización de Mendizábal, en 1835, provocó su abandono y tuvo que intervenir la Comisión de Monumentos de Madrid para impedir su destrucción. En 1877, los jesuitas establecieron allí un noviciado, durante casi un siglo. Tras su salida, el Estado cedió el edificio en 1976 en usufructo a la Diputación Provincial de Zaragoza.

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