El retrato de Felipe VI sale del despacho del alcalde

El cuadro del monarca, sustituido por una imagen de Agustina de Aragón, se ha llevado a los depósitos de Patrimonio donde se guardan muchas otras obras de arte.


El despacho del alcalde Santisteve ha experimentado en las últimas semanas algunos cambios en su decoración. El más significativo es que el retrato del rey Felipe VI que podía verse nada más cruzar la puerta ha causado baja. "Se han cambiado los cuadros por voluntad del alcalde", explicaban ayer fuentes municipales sobre el destierro del retrato, sin entrar a valorar si la decisión responde a las convicciones republicanas de las que en otras ocasiones ha hecho gala el alcalde. El cuadro pasará ahora a engrosar los fondos de los depósitos del área de Patrimonio, donde se guardan numerosas obras de arte. De hecho, hay lienzos firmados por Padrilla, Viola, Marín Bagüés o Unceta, que no acostumbran a ver la luz y para las que el área de Cultura busca "planes de exhibición".

Con el cambio decorativo, también se echa en falta un óleo de la Venida de la Virgen, de Francisco Jiménez Maza del siglo XVII, que sí figuraba entre los gustos de Belloch. Santisteve mantiene, no obstante, las pinturas dedicadas al Justicia de Aragón y al monumento a Los Sitios.

El retrato de Su Majestad fue una donación del pintor aragonés –nacido en Lécera– Ricardo Lamenca, que regaló al Ayuntamiento poco después de la abdicación de Juan Carlos I. El pasado mes de diciembre, cuando el alcalde recibió a una delegación china para promocionar el turismo, el retrato aún presidía su despacho. Sin embargo, en la última festividad de San Valero, cuando se abren las puertas de la Casa Consistorial y se hacen visitas guiadas, el cuadro del rey ya había desaparecido.

En su lugar figura ahora una estampa de Agustina de Aragón, que decoraba antaño otra de las paredes del despacho. Este cuadro lleva la firma de la nieta de la heroína, Agustina Atienza Cobos, quien lo pintó en 1885. El retrato fue exhibido en la Exposición Aragonesa y en él Atienza recrea a su abuela vestida con el uniforme de oficial del ejército español.

Un espacio privado

Lo que no se retirará –ni podrá hacerse debido a que está regulado por ley– es la presencia del busto de Felipe VI del salón de plenos. La efigie continúa, justo detrás del sillón del alcalde, presidiendo todos los plenos y las comisiones municipales. Es el Reglamento de Organización de las Entidades Locales, de 1986, el que indica en su artículo 85.2 que "en lugar preferente del salón de sesiones estará colocada la efigie de Su Majestad". Precisamente fue esta la polémica que se desató en Barcelona cuando Ada Colau retiró una estatua del monarca en julio de 2015 y luego modificó la ordenanza municipal para que no pudiera regresar. Fue en ese mismo momento cuando ZEC impuso el cambio de nombre del pabellón Príncipe Felipe, que se detuvo por una orden judicial.

Respetando los símbolos en el salón de plenos, "lo que haga el alcalde en su despacho es decisión suya porque es un espacio privado", explican fuentes del Ayuntamiento, cuyos inventarios cifran en 4.300 las obras de arte de propiedad municipal. Entre otras, figura también el famoso crucifijo que en tiempos de Belloch estaba en el salón y que él mismo llevó a la vitrina del arco del banderas cuando presidió su último pleno.

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