"La limosna no resuelve absolutamente nada"

Charo Jiménez es la nueva directora del Albergue Municipal de Zaragoza. ¿Cómo llegó usted hasta este lugar del que todos quieren huir?

Trabajar con personas con dificultad atrae a unos y a otros les produce rechazo. Todas las personas no son iguales. Hay quien cree en los derechos sociales. Molestan determinadas personas, pero le recuerdo que siguen siendo personas estén en el estado que estén.

El que calla otorga, dicen. Con lo que acaba de decir, me callo y, desde luego, otorgo.

De pequeña me iban las reivindicaciones sociales. A los 18 años ya tenía unas inclinaciones. Mi proyecto de vida siguió esas inclinaciones. Ayudar a los demás me nutre. Por eso estudié Trabajo Social. Por eso, después de un largo camino, estoy aquí.

Desde luego, además del destino, importan las experiencias acaecidas durante la travesía…

Yo comencé en el servicio social de base de Aínsa. Después pasé por la cárcel de Huesca. Años duros los de la heroína...

Los años del motín del Zamoro…

Y el caso de la motosierra de Arguis… De Huesca vine a Zaragoza al Centro de Atención a Drogodependientes (CAD). Allí estuve 16 años. Mi último destino antes del albergue fue la Escuela el Pinar de Garrapinillos, trabajando con personas con discapacidad y en formación de adultos. En el albergue llevo un mes como directora.

Atravesando la puerta se divisa una perspectiva de la ciudad…

Sin ninguna duda. Y conviene verla. Esto es real, no es ninguna película.

¿La ola de frío altera la dinámica del albergue?

Hay que responder a las necesidades que demanda la ola de frío. Por eso se creó el protocolo de emergencia por frío. Se establece desde noviembre hasta marzo para acoger a las personas que están en la calle. En este periodo, las puertas se abren de una manera menos estricta, ofreciendo los mismos servicios.

¿Qué hacen cuando el frío es extremo?

Se activa otro plan, precisamente llamado de extremo frío, cuando las temperaturas bajan de cero grados. Desde luego, nadie puede morir en la calle por frío. Y este invierno está siendo muy frío. En las últimas semanas, menos en Nochebuena y Navidad, hubo que activar este servicio casi todos los días. También hay que contar con las Unidades de Emergencia Social de la Cruz Roja, que buscan gente que duerme en la calle.

Me parece maravilloso.

Maravilloso y necesario…

Hablaba antes de que el tiempo solo respetó la Nochebuena. ¿Qué tal comieron esos días?

Todos los días se ofrecen tres comidas muy dignas. El día de Reyes vine a desayunar. Comimos un chocolate con churros que estaba para chuparse los dedos. Hoy tenemos lentejas con chorizo. ¿Se anima a comer?

Estoy un poco gordito. Ya ve que la camisa casi no me entra... Ahora estoy a dieta…

En el albergue, la atención no es solo alimentaria. Procuramos que los alrededor de 100 internos tengan además higiene y alojamiento.

¿Qué ocurrirá cuando el aire se haga dulce y llegue la primavera?

Cuando llegue el buen tiempo, el albergue seguirá siendo un barómetro de la calle, de la ciudad.

¿Un retrato de la crisis?

Ya hace mucho tiempo de la crisis. Yo hablaría de una nueva realidad. Por ejemplo, el año 2012 fue el que más atenciones hubo que ofrecer. Antes no se veían personas con movilidad reducida y ahora sí. Ha aumentado un poquito el número de mujeres, aunque los hombres siguen siendo una inmensa mayoría, casi el 90 por ciento. Ahora hay personas de hasta 80 años, que antes no eran habituales. También hacen uso del albergue más menores de 25 años.

Muy duro lo que dice, Charo.

Es duro, pero es la realidad. Se pueden cerrar los ojos o se pueden abrir. Aquí los abrimos.

Hay quien prefiere solucionarlo con la limosna.

En la historia de la intervención social, ya en el siglo XIX, todas las instituciones de beneficencia estaban en contra. La limosna no resuelve absolutamente nada. Lo que resuelve es atender a quien lo necesita.