Vacunar sin (casi) dolor es posible

El centro de salud de Sagasta de Zaragoza puso en marcha un proyecto, premiado a nivel nacional, para mitigar el dolor de la vacunación en la población infantil.

Laura da de mamar a Dafne mientras Mercedes le pone la vacuna.
Vacunar sin (casi) dolor es posible
Oliver Duch

La pequeña Dafne de seis meses apenas nota un pequeño pinchazo, se queja durante dos segundos y enseguida se engancha de nuevo a la teta de su madre. Es el claro ejemplo de que el proyecto impulsado por profesionales del centro de salud José Ramón Muñoz Fernández (Sagasta) de Zaragoza para atenuar el dolor asociado a la vacunación infantil da resultado. Está demostrado científicamente que técnicas no farmacológicas empleadas durante el pinchazo reducen el dolor, el tiempo de llanto y evitan incluso que se desarrolle en un futuro alguna fobia a las agujas.


La vacunación en el regazo de los padres (no tumbar a los pequeños en las camillas), la simultaneidad de las inyecciones o la utilización de técnicas de distracción durante el pinchazo son realmente efectivas. Si en los bebés los sanitarios utilizan la lactancia materna, lo que los profesionales llaman amablemente "teta analgesia", o la ingesta de agua con sacarosa, en los más mayores recurren a juegos con pomperos, molinillos o incluso a maniobras de distracción con dibujos colgados en la pared de las consultas. Son medidas económicas, eficaces y fáciles de incorporar a la práctica diaria, que no incrementan el tiempo de consulta y aumentan la confianza hacia el personal de Enfermería.


"Nos planteamos que por qué teníamos que hacer sufrir al pequeño pudiéndolo evitar. Hay un alto porcentaje de niños que ni se entera del pinchazo. Es una mejora en la práctica de pediatría", asegura Mercedes Gómez, enfermera del centro de salud de Sagasta, que junto a los pediatras Teresa Cenarro y César García Vera han dado forma a este proyecto, que se ha complementado con un estudio llevado a cabo en 359 niños sanos entre 2 y 18 meses, también de este consultorio.

Estudio en los niños

Durante tres meses, observaron la reacción de 153 niños sin llevar a cabo ninguna técnica de distracción durante la vacunación y posteriormente, analizaron el comportamiento de 206 pequeños en los que sí que se intentó con diferentes métodos atenuar el dolor. Puntuaron, por ejemplo, su expresión facial, el llanto o los movimientos que se generaban tras el pinchazo. Así, se constató que estos últimos niños lloraron una medida de 14 segundos menos y la escala de dolor se redujo cinco puntos sobre diez al medio minuto de la punción. Además, poner las vacunas de manera simultánea y no secuencialmente (una detrás de otra) recortó casi 20 segundos el tiempo de llanto.


Pero estas técnicas no farmacológicas de distracción conllevan, según aseguran los expertos, otros beneficios a medio o largo plazo. El pediatra del centro de salud de Sagasta César García recuerda que hay estudios que revelan que un 10% de los adultos evitan ir al médico por lo que se conoce como "fobia al pinchazo". "Y esta claro que muchas veces este terror se adquiere en la infancia. Esto se puede evitar, por ejemplo, con maniobras como estas", manifiesta el profesional.


La iniciativa del centro de salud de Sagasta nació como un proyecto de mejora de la calidad asistencial para el Servicio Aragonés de Salud (Salud), puesto que es hasta los 18 meses cuando más vacunas se reciben. El proyecto, además, ha obtenido esta última semana el reconocimiento nacional de la revista Enfermería en Desarrollo, editada por el sindicato de Enfermería Satse en colaboración con la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería. Ha premiado el trabajo de Mercedes Gómez, que admite que su "mayor recompensa" sería que otros centros de salud se sumaran al proyecto. "Mi mayor premio sería que se cambiara la forma de vacunar en los centros de salud", concluye.

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