La improvisación teatral también es cosa de niños

Lo organizaron el año pasado en dos ocasiones a modo de prueba y comprobada la buena respuesta de los participantes, este curso, los responsables del Teatro Bicho han decidido apostar por el espectáculo ‘El público a escena infantil’. Se trata de una adaptación de su clásico “jam” de improvisación teatral para adultos que, desde hace cuatro temporadas, se celebra cada jueves por la noche en la sala situada en la calle Pilar Lorengar de Zaragoza.

“Hace tiempo que la idea rondaba nuestras cabezas. Además, muchas de las personas que venían los jueves a las sesiones nos preguntaban por la posibilidad de que acudiesen sus hijos o sus sobrinos”, cuenta Jorge García, uno de los coordinadores de la actividad que arrancó el pasado domingo con un encuentro matinal al que acudieron en torno a 100 participantes, entre ellos, niños de entre 4 y 12 años acompañados de mayores.

“Fue todo un éxito”, valoran. Por ello, a partir de ahora, ‘El público a escena infantil’ tendrá lugar como mínimo una vez al mes y, dependiendo de la acogida, sus promotores estudiarán ampliar la cita a domingos alternos.

Estas sesiones se caracterizan por ser el asistente el que crea el espectáculo a través de ejercicios y juegos voluntarios que tienen lugar sobre el escenario. Los valientes que se atreven a subir a este –que no tienen por qué tener experiencia en el teatro- parten de un lugar y de unos personajes arbitrarios para improvisar en base a unas pautas y modificaciones que les van marcando desde la organización. En una luna, un cementerio o un baño público, un jardinero y un limpiador se reencuentran tras muchos años sin verse, ejemplifica Jorge: “Les damos un oscuro, música y comienzan a actuar”.

En el caso de la actividad infantil que acaba de ponerse en marcha con un precio simbólico de 2 euros, las temáticas, los juegos y los personajes se adaptan a la edad de los niños, que pueden salir a escena acompañados de sus familiares para dar vida a ogros, elfos, caballeros… “Con ellos es más complicado, pues el ritmo cambia y hay que controlarlo más. En ocasiones se quedan en blanco y callados, pero es muy divertido”, abunda García.

Con esta iniciativa, los promotores del Teatro Bicho quieren dar forma a una cantera teatral desde la niñez para que los más pequeños puedan acceder a espectáculos de esta naturaleza o crearlos ellos mismos. “Nos quejamos de que a los zaragozanos les cuesta ir al teatro y este proyecto puede servir para despertar ese gusanillo de forma temprana. Nos gustaría que se extendiese la corriente”, afirman. Su debilidad por la técnica de la improvisación se debe a la frescura que lleva implícita ya que, según Jorge García, “cada obra y escena es diferente para el espectador, además de muy divertidas”.