"Estamos mal, no sabemos a dónde va a llegar esto"

"Estamos acojonados". Así de contundente se mostró ayer Iván del Hoyo, propietario de la planta baja del número 33 de Obispo Peralta, en la que se ha abierto la dolina. Tanto él como los suyos se alojan en casa de un familiar a la espera de que los peritos se pronuncien. "No sabes hasta a dónde va a llegar la cosa ni a cuántos vecinos afectará", lamentó. Pilar Bueno, inquilina del número 35, también afectado por el socavón, ya ha avisado a su seguro particular. En otras ocasiones, "los propios dueños" del número 33 arreglaron los desperfectos, pero esta vez fue necesario llamar a los Bomberos, que se acercaron hasta su casa para evaluar daños del interior y del jardín. Aunque ni ella ni su marido fueron desalojados, el susto no fue baladí. "Tenía muchísima profundidad", apuntó. A él, no en vano, le daba respeto acercarse al agujero, situado a unos metros de la piscina, que vaciaron "por precaución". "No queremos que se venza y se vaya todo el agua para allá", razonó. Bueno teme que las obras del aparcamiento, a escasos metros de su vivienda, hagan que el problema "vaya todavía a más".

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