"Nuestros negocios se inundan cada vez que llueve con fuerza"

Los problemas de desagüe atormentan a los empresarios de la calle de Mefisto, que buscan soluciones por cuenta propia.

Yagüe, junto a una de las alcantarillas de Mefisto que suele atascarse tras las tormentas
"Nuestros negocios se inundan cada vez que llueve con fuerza"
Raquel Labodía

Irán al Ayuntamiento con una propuesta. Los negocios de la calle de Mefisto y alrededores contratarán a un ingeniero para plantear una alternativa que permita resolver el problema de desagüe de esta zona de Zaragoza.


El último reventón, ocurrido el 24 de septiembre, causó destrozos por valor de más de 25.000 euros en cuatro negocios. Se produjo en una tubería de 750 milímetros pasadas las 5.00, provocó un enorme socavón, levantó el asfalto y obligó a los comerciantes a achicar el agua durante horas.


El Ayuntamiento ya trabaja en su reparación, que ha obligado a cortar el carril bici del paseo de la Constitución hasta el día 30 para habilitar el paso peatonal. El problema es que el agua ya ha inundado los locales en otras ocasiones. Los atascos se producen porque las hojas "taponan las rejillas" (unas cinco en toda la calle) cuando llueve. La solución, según los empresarios, es sencilla. Bastaría con abrir una que dé al Huerva o ampliar las ya existentes.


El tema ya se ha tratado con el Ayuntamiento. Se le planteó al reformar la calle pero, según los comerciantes, "no hizo caso".

El reventón de septiembre provocó daños de más de 15.000 euros en el estudio fotográfico de Fernando López Orduna. Aquel día, explicó, "parte del equipo estaba fuera", pero él tenía un reportaje de boda y dejó cargando su material en el suelo. Al abrir la puerta encontró "cuatro dedos de agua". "Una de las cámaras y uno de los objetivos aparecieron inundados. Aquel día tuve que funcionar con un equipo y pedir otro prestado", afirmó.


El suelo se levantó y los muebles se abrieron. López Orduna está ya en conversaciones con el seguro y espera recibir un adelanto de la indemnización en breve. Abrió su negocio en junio y tener que poner ahora 10.000 euros por este motivo "no sería fácil", dijo. El trabajo no ha mermado, pero ha perdido baterías, papel fotográfico, marcos, mesas, sillas... Abrir las rejillas en caso de atasco no es una solución, ya que quienes lo hagan tendrán la culpa si alguien se cae y se lastima.Un tema más que hablado

En el bar Il Corso, el destrozo ronda los 6.000 euros. "Ya han pasado los gremios para hacer un presupuesto", adelantó su propietario, Daniel de Benito. En su caso, la afección se centra en el suelo, ya que el suyo es un establecimiento a doble altura. En el último año ha vivido tres percances. El penúltimo, el 12 de octubre de 2015. Le cogió con el restaurante lleno. "Contratar a un ingeniero es una propuesta que seguro se llevará a cabo. Es necesario, ya está hablado con el resto de negocios y trasladaremos la propuesta a los vecinos", apuntó.


La intención es hallar una solución posible y económica. Los comerciantes reconocen estar "bastante mosqueados". Neli Yagüe, propietaria de la peluquería Ballesteros, coloca una tajadera a las puertas de su negocio para que el agua no pase al interior en días de tormenta. El 24 de septiembre, sin embargo, no fue suficiente.Rejillas más amplias

Según sus cálculos, se acumularon más de diez centímetros de agua. La calle, recordó, "estaba a rebosar". Los gremios también han pasado por allí a analizar el salón y los baños, muebles y vestuarios afectados, pero todavía no hay una estimación. Una vez se solucione todo, no descarta enviar una carta al Ayuntamiento para expresar su malestar. Lo ideal sería abrir una rejilla que ocupase el ancho de la calle y no se taponase.


En la tienda de decoración Nacho Bergara, el seguro acudió presuroso. Las afecciones, apuntó su dueño, Santiago Seral, oscilarán entre los 3.000 y los 4.000 euros. El agua dañó el suelo y material del almacén (cajas, bolsas, cuadros). Ese día encontraron "los cables del ordenador sumergidos", apuntó Seral. Se fue la luz y los enchufes dejaron de funcionar. Su establecimiento ha sufrido el problema de las rejillas en varias ocasiones, aunque no con tanta crudeza como los negocios aledaños.

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