La Posada de las Almas, siete años en el olvido

El edificio ubicado en la calle de San Pablo, con más de tres siglos de historia, cerró sus puertas en 2009.

La Posada de las Almas, siete años en el olvido
La Posada de las Almas, siete años en el olvido

Cerro sus puertas en 2009 y desde entonces el futuro de La Posada de las Almas continúa siendo una incógnita mientras resiste el paso del tiempo: años, décadas, siglos desde su fundación, a comienzos del siglo XVIII en el barrio zaragozano de San Pablo. Ahora su nombre resuena cada domingo a ritmo de jota en la pequeña pantalla gracias al programa 'La posada de las Almas' que emite la televisión autonómica aragonesa.


De este establecimiento vinculado al mundo de la jota y lleno de historia se cuenta que Francisco de Goya fue uno de sus huéspedes, como lo fueron Francisco Franco, en su etapa como director de la Academia General Militar, o el rey Juan Carlos, en su época de cadete en la AGM.


La posada también sirvió de hospedaje a artistas y toreros, entre estos últimos El Cordobés “que usa el pequeño truco de vestirse el traje de luces en la posada y quitárselo en otro hotel, o al revés, con la sana intención de despistar a los cazadores de autógrafos”, contaba HERALDO en un reportaje sobre la calle de San Pablo publicado en 1968.


El cine y la literatura guardan una estrecha relación con la historia de esta posada. En ella Eduardo Jimeno reveló una de las primeras películas de la historia del cine español: 'Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza'.


En los 'Episodios Nacionales' de Benito Pérez Galdós, La Posada de las Almas se menciona en la novena obra de la tercera serie titulada 'Los Ayacuchos': “De noche entraron en la por tantos títulos gloriosa ciudad, y se alojaron en la posada de las Ánimas, feligresía de San Pablo, el barrio popular, heroico y baturro, que tanto Ibero como Santiago amaban por todo extremo […] Despertó el hombre en la cama de canónigo que le destinaron, y esparciendo sus miradas por el aposento, que era grandón, bajo de techo y alumbrado de luz de la calle por dos ventanas, vio cosas que al punto tuvo por fantásticas”.

Más de tres siglos llenos de historia

La Posada de las Almas abrió sus puertas en 1705 como hostería urbana destinada a alojar viajeros y comerciantes, guardar sus carruajes y ofrecer a los huéspedes platos de la cocina de la tierra en su típico comedor aragonés, provisto de una gran cadiera y adornado con mosaicos. El edificio tenía entrada por la calle de San Pablo y salida por la de San Blas.


En las primeras décadas del siglo XX fue reformada por el arquitecto Regino Borobio. Tras la Guerra Civil, pasó a ser propiedad de la familia García Lascurain, hasta su cierre en el año 2009. Desde entonces, los intentos por remodelar la posada y adaptarla a las normativa que rige para un edificio histórico de estas características no han llegado a buen puerto.


El bibliófilo y escritor zaragozano José Luis Melero apuntaba hace poco más de una año que “sería muy hermoso crear el Museo de la Jota Aragonesa. El coste no sería muy elevado y tendría muchos visitantes. Habría que instalarlo en el barrio del Gancho, jotero por excelencia. Quizá el mejor sitio sería La Posada de las Almas, que está vacía”. Vacía y llena de una historia que hay que preservar.

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