Familiares del 'soldado de los milagros' de Cetina visitan su tumba en Melilla

Acuden todos los años para recordar la figura de su familiar que se ha convertido en un auténtico fenómeno en la ciudad autónoma.

La familia de Benito acude cada año a Melilla para homenajearlo
Familiares del 'soldado de los milagros' de Cetina vistan su tumba en Melilla
Miguel Montañez

La tumba de Benito López Franco en Melilla se ha convertido en un auténtico lugar de peregrinaje. Siempre hay flores en la sepultura de este soldado natural de Cetina (Zaragoza) que es venerada como si de un santo se tratará por los melillenses.


Los familiares del 'soldado de los milagros' acompañados por miembros de la Casa de Aragón en Melilla, como cada año, han llevado flores a la tumba del malogrado aragonés que fue hacer la mili a la lejana la ciudad española y se quedó para siempre.


Ya en 1999, el periodista Enrique Mored contaba en las páginas de HERALDO DE ARAGÓN cómo la tumba de Benito se había convertido en un fenómeno de masas:


Nadie ha podido confirmar cuál fue la verdadera causa del fallecimiento de Benito López Franco, un joven soldado natural de Cetina (Zaragoza), que apareció sin vida el 17 de enero de 1950 en un acuartelamiento de Melilla . La suya fue una muerte sin aclarar de forma convincente y tal vez por ello dio pie a la creación de toda una leyenda en torno al soldado de los milagros, nombre con el que lo conocen prácticamente todos los melillenses. Muchos de ellos, además, lo veneran y están convencidos de que pedirle algo al hermano Benito -otro de los apelativos que recibe popularmente - es garantía de que se cumplirá.


La devoción existe. Los centenares de ramos de flores que adornan su sepultura certifican el enorme arraigo que su figura tiene en las comunidades españolas del Norte de África y en pueblos y ciudades de Andalucía, que incluso organizan peregrinaciones para visitar la tumba, en el cementerio melillense de la Purísima Concepción. Si no se ve, no se puede creer, asegura Jesús Marco, un vecino de Cetina que se ha interesado por descubrir nuevos datos sobre Benito López, sobre su vida y milagros.


La familia del soldado -que tenía 22 años cuando murió- se enteró de la desgracia cuando el cuerpo llevaba ya seis días enterrado en una fosa común. Ninguno de los cuatro quintos de Cetina que estaban en ese mismo destino pudo ver el cadáver y José Moros, hermano del fallecido, explica que, en esos tiempos, cuando no era tan fácil viajar y tampoco había medios económicos, la familia no pudo acudir a Melilla para aclarar las circunstancias de la muerte.


Según la versión oficial que el Ejército transmitió, Benito se quedó solo en el botiquín del cuartel a la hora de la comida y, un rato después, un superior lo descubrió ahorcado en uno de los aseos, con una cadena de váter enrollada al cuello. En ese momento, los suicidas no recibían cristiana sepultura y su cuerpo se enterró en una fosa común.


No se sabe muy bien por qué, pero esa fosa se fue llenando de flores y la leyenda de las acciones milagrosas del cetinero fue tomando más y más fuerza. De hecho, el 30 de mayo de 1977, cuando la familia acudió a Melilla para trasladar los restos a una tumba en el sector católico del cementerio más de tres mil personas esperaban en la puerta porque creían que nos lo íbamos a llevar a Cetina y lo querían impedir, explica el hermano del fallecido. Cuando lo desenterramos, estaba entero, pero su cráneo tenía un agujero en la nuca y el brazo izquierdo lo tenía roto. Desde luego, esos datos fueron suficientes para comprobar que la versión que nos dieron en el cuartel no era cierta y que Benito no se había suicidado, comenta José Moros. ¿Cómo se iba a suicidar con una cadena de váter un tío que medía 1,90?, añade.


La familia no quiso revolver la cuestión y tampoco encontró a nadie en el cuartel que hubiera conocido a Benito, pero con una conversación por allí y otra por allá logró averiguar que detrás del fallecimiento pudo haber una historia de amor, un romance que ha hecho correr litros de tinta en los periódicos de Melilla , pero que nadie ha podido confirmar.


Al parecer -comenta Jesús Marco-, una hija de un mando importante del cuartel se enamoró perdidamente de Benito López cuando estaba ya comprometida con otro oficial allí destinado. La gente cree que se lo quitaron de en medio. A la familia no le extraña esta posibilidad, ya que murió un 17 de enero y el 21, tenía previsto volver a la Península con una semana de permiso tras un año de estancia en Melilla , indica el hermano. Para mí -añade-, que la chica que estaba enamorada de él lo quería acompañar y se lo cargaron.


La familia de Benito López acude todos los años a Melilla para recordar al hermano o tío que perdieron en África. Allí observan el fervor que desata su figura y depositan unas flores sobre su tumba, una ofrenda casi imperceptible en medio del manto de claveles que los melillenses tejen todo el año para ganar la intercesión del soldado de los milagros.

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