Hace tan solo cuatro años, en febrero de 2012, el joven amanecía completamente sordo de un oído. “Era el día de San Valentín, recuerdo que fuimos al médico y me dijeron que era un tapón, pero al ver que pasaban los días y no mejoraba volví a pedir una segunda opinión”, recuerda el deportista.

Tras realizarle una resonancia le notificaban que tenía un neuroma acústico en el oído, un tumor benigno que se desarrolla en el nervio que conecta el oído con el cerebro de unos 3 centímetros de diámetro y a escasos milímetros del cerebro. “Al principio te pones en lo peor, se me vino el mundo encima. Creía que iba a morir”, relata.

Tan solo un mes después, el aragonés era operado en Barcelona por uno de los mejores médicos de España: “El doctor me aseguro que era grave pero que no me iba a morir de esto”. Finalmente la operación salió bien, sin embargo le dejaría una serie de secuelas físicas que cambiarían completamente su vida, como la parálisis facial, cefaleas, mareos y la pérdida completa del equilibrio.

“Cuando salí del hospital ni siquiera podía andar unos pasos, pero lo peor sin duda era no poder jugar con mis hijos, Guillermo y Jorge, que por aquel entonces tenían uno y tres años”, explica. A día de hoy, recuerda ese momento como “una carrera de fondo de 7 horas en el quirófano”. Cuatro años después, el vecino de la Puebla de Alfindén lleva una vida normal y, aunque todavía conserva algunas secuelas, afirma que no le han impedido conseguir todo lo que se ha propuesto, no solo a nivel personal y profesional, sino también deportivo.

A sus 39 años asegura que siempre ha adorado el deporte. Desde los 20 ha practicado atletismo, natación, tenis y triatlón, por eso el verse físicamente limitado fue un duro golpe para él. “Andar diez pasos era una eternidad”, relata, aunque eso no le impidió superarse a sí mismo. “Me aconsejaron que intentase caminar para ir recuperando el equilibrio. Poco a poco vi que estaba mejor y a los 5 meses empecé a correr yo solo, por mi cuenta”, recuerda.

Actualmente asegura que ha sido el deporte el que le ha curado. “Ha sido una de las cosas que más me ha ayudado. Incluso creo que estoy más fuerte que antes de la operación”, resume. También en 2016 superó la Iron Man de Lanzarote, considerada una de las pruebas más difíciles del mundo, que consta de 4 km a nado, 180 en bici y 42 corriendo.

Pero sin duda, el deportista asegura que nada de esto habría sido posible sin el apoyo de Yoani, su mujer, y sus dos hijos, quienes le acompañaron a la 100K "a pesar del madrugón", bromea. “Les hice levantarse a las 5 de la mañana y a las 8 ya me estaban esperando en un punto de la carrera. Los vi tres veces y cada vez me motivaba más. Sin duda son mi mayor motivación”, afirma. Esta y otras historias forman parte de la colección de retos, entrenamientos y detalles de su blog que demuestran que en su caso, rendirse no es una opción.