Un voluntariado dispuesto los 365 días del año

La Asociación de Familias de Personas con Discapacidad Intelectual (Amibil) edita un calendario con el que recaudar fondos y dar protagonismo a quienes colaboran con la entidad.

La creación del equipo del Colegio de Educación Especial de Calatayud fue una de las primeras reivindicaciones de Amibil.
Un voluntariado dispuesto los 365 días del año

No buscan famosos para posar a su lado y como tantos otros que se ponen a la venta en estos meses, el calendario de Amibil también es solidario. Los usuarios de esta entidad comarcal sin ánimo de lucro y de carácter social son personas con discapacidad intelectual que, compartiendo un mes del calendario 2017, quieren reconocer a quienes les dedican parte de su tiempo.


Es una forma de darles las gracias y con la que también les confieren protagonismo y relevancia. Así es como voluntarios, monitores, empresas, personas y colectivos ‘amibilizados’ pasan al menos cuatro semanas colgados en alguna de las estancias de los hogares bilbilitanos. El año 2013 fue cuando se imprimió por primera vez el almanaque de Amibil.


No faltan candidatos ni para los meses más fríos ni para los calurosos del verano. La idea surgió en un programa de radio que el grupo de Autogestores de la entidad hace mensualmente en una emisora local. Fue una propuesta que lanzaron al entrevistado, y este la recogió: "Así es como empezó todo, y aunque cualquier trabajo o reto a nivel profesional no me inquieta, este proyecto la verdad es que sí", dice el fotógrafo Jorge Miret –autor de todas las imágenes del calendario–.

Hasta el año pasado, las cámaras buscaban localizaciones de interior en el centro de día y recursos de la Asociación de Familias con Discapacidad Intelectual. La primera edición contó con los más cercanos a este colectivo, aquellos que llevaban más tiempo apoyando de distinto modo su actividad. Las otras dos siguientes estuvieron marcadas por su gran proyecto: la construcción de una residencia. En 2016, los chicos de Amibil ya fueron retratados en distintos rincones de la ciudad, como en esta ocasión.


"Llevamos desde nuestro nacimiento diciendo, y casi gritando, que somos de Calatayud y que queremos vivir aquí", explica Lucrecia Jurado, gerente de la entidad. Por eso los espacios reales han servido de fondo, y han sustituido a los que imaginaba y pintaba sobre las instantáneas el artista Manolo Lorén.


De todo el proceso creativo del calendario surgió el vídeo, obra de José María Repollés. Primero recogía el ‘making of’, pero el año pasado se convirtió casi en un spot promocional de esta ciudad antigua, monumental y de leyenda. El calendario se vende al precio de 5 euros y cada año se editan 1.500 ejemplares. Lo recaudado se destina a los gastos que se generan en la entidad, hasta ahora ha ido todo para la residencia. Como dice Jurado, los 2,3 millones de euros que ha costado levantar este edificio no se pagan así, "pero lo recaudado con los calendarios sí valen para comprar sillones o equipar un comedor", afirma. Ayer se presentó en el teatro Capitol para darlo a conocer y abrir su venta.


Es un acto emotivo para quienes conforman la asociación y con el que dan públicamente las gracias a los padrinos, madrinas y patrocinadores. Para que Amibil no tenga costes, hay empresas que hacen su aportación y corren con los gastos de impresión. Dice el fotógrafo que la implicación y los afectos de quienes posan juntos "traspasan el papel". Antes de la sesión hay sonrisas, nerviosismo, besos y abrazos. "Me quedo con toda esa parte, más que con la foto en sí", comenta Miret. Lucrecia añade que la impronta de todos los que están en estas hojas que vamos pasando siempre quedará. Aunque pasen los años.

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