La negociación de las ordenanzas fiscales será la primera piedra de toque del nuevo curso político

ZEC busca estabilidad para su gobierno y espera que PSOE y CHA den el ‘sí’ al pacto de gobernabilidad.

El alcade Santisteve preside un pleno, con los concejales de los grupos en las bancadas.
El alcade Santisteve preside un pleno, con los concejales de los grupos en las bancadas.
Guillermo Mestre

Como los escolares que afilan sus lápices y forran sus libros antes de volver al cole, los concejales del Ayuntamiento de Zaragoza también preparan estos días sus carpetas y apuntes para el nuevo curso político que se abrirá en unas semanas. Lo hará, además, con una prueba de fuego para el gobierno de ZECcomo es la negociación de las ordenanzas fiscales. El año pasado Santisteve y los suyos no lograron sacar su propuesta adelante, lo que –además de evidenciar su minoría– provocó, según se queja el concejal de Economía, Fernando Rivarés, que la ciudad recaude menos de lo esperado. PP, PSOE y C’s sumaron entonces sus votos para aprobar unas ordenanzas alternativas, que –por ejemplo– no castigaban tanto como pretendía el gobierno a las superficies comerciales.


De los impuestos que pagarán los zaragozanos en 2017 únicamente se sabe que se congelará el IBI residencial –aunque se estudia un nuevo callejero fiscal–, y que hay un compromiso para poner freno a la desorbitada plusvalía, disparada en casos puntuales hasta un 400% en cuatro años.


De la capacidad de tender puentes en la negociación de las ordenanzas dependerá también en buena parte el presupuesto de 2017, que continuará siendo ‘de guerra’ (quedan deudas por pagar) pero podría brindar algún que otro alivio vía inversiones. Las cuentas ahondarán en la veta de la participación –al menos esa es la promesa hecha a los barrios– y se centrarán en "las pequeñas cosas", como dijo recientemente el concejal de Urbanismo Pablo Muñoz, porque el tiempo de proyectos faraónicos ha quedado atrás.El debate de la ciudad


No se esperan, por tanto, anuncios estrella que acostumbraban a escucharse en el debate del estado de la ciudad (¿recuerdan la peatonalización de Don Jaime o la segunda línea del tranvía?), en una cita que llegará en noviembre y que este 2016 será completamente inédita: no solo debutará el alcalde Santisteve –el año pasado no hubo debate– sino que también serán ‘novatos’ en estas lides el portavoz del PPJorge Azcón, su colega de C’s Sara Fernández y el representante de CHA Carmelo Asensio. Vaya, que el único veterano será Carlos Pérez Anadón, que tendrá que mantener un equilibrio complicado para defender la posición de un PSOE que hace oposición pero que, a su vez, negocia el acuerdo de gobernabilidad que ZEC le ofreció hace cinco meses y que tiene pocos visos de llegar a buen puerto.


En las próximas semanas se retomarán estas reuniones con las que el gobierno busca la estabilidad que le ha faltado en un primer año en el que se le ha acusado de sectarismo y en el que ha perdido importantes votaciones en el pleno, hasta el punto de tener que aprobar el plan económico financiero por decretazo.Amenazas latentes


Hará también lo imposible ZEC por mantener cierta ‘paz social’ con las contratas (azuzadas por las promesas de remunicipalización), habida cuenta de que lo peor de su gestión hasta la fecha ha sido la mayor huelga del bus de la historia de la ciudad. Por cierto, que la plantilla de Auzsa anuncia nuevas movilizaciones en octubre, así que en Servicios Públicos pueden echarse a temblar. La falta de acierto con los paros, así como el fracaso de las negociaciones de Averly, son los principales borrones de ZEC y los que más fisuras internas han causado. Desde fuera, la oposición continuará pidiendo al gobierno que no bloquee las inversiones en la ciudad (Torre Village o la Quirón de la Romareda), mientras que Santisteve enarbolará la bandera social y el frenazo en seco a los desahucios.


Todo debería llevarse en un clima de menor crispación, que podría saltar por los aires si el fantasma de las terceras elecciones se materializa. Entonces, ni entente cordial, ni pacto de gobernabilidad, ni estabilidad que valga. Volverían las trincheras, los reproches y las discusiones sobre si los 25.000 votos perdidos en las últimas generales por Unidos Podemos son atribuibles al alcalde que iba en listas o a que en la coalición no figuraba CHA...


Pero como no solo de cruda política vive el zaragozano, también el inicio del curso político traerá un nuevo modelo de fiestas del Pilar. Confiemos en que, al menos, nos divirtamos.

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