"Tendremos que escondernos y volver cuando nos peguen dos tiros". Con esta frase premonitoria, dirigida a los agentes que les atendieron, se marcharon el pasado miércoles de la comisaría de Centro la mujer tiroteada junto a Aragonia y su hija. Así se lo hizo saber ayer esta última al juez durante su extensa declaración en el juzgado de guardia de Zaragoza. La joven, que declaraba bajo juramento, confesó también que tanto ella como su madre se sintieron "bastante frustradas, porque habían acudido a poner una denuncia y se tuvieron que marchar sin poder hacerlo".

La hija del matrimonio, que estuvo acompañada en todo momento por su abogado, Simón Lahoz, aprovechó la comparecencia para narrar de forma cronológica cómo se había producido la ruptura de sus padres y cómo había degenerado en "vejaciones, humillaciones y amenazas".

Según ha podido saber HERALDO, la joven dejó claro que antes de ir a comisaría ya se habían asesorado sobre los malos tratos a través del teléfono 016. Lo que querían hacer, insistió, era presentar una denuncia. Pese a ello, la joven contó al juez que los agentes que le atendieron le explicaron que no había lesiones y que lo que decían no era denunciable.

En cuanto a las supuestas amenazas grabadas, confirmó que también las llevaba en el móvil pero no les dieron importancia y ni las escucharon.

La testigo, muy molesta por las versiones que se están lanzando y que tanto a ella como a su madre les hacen sentirse «víctimas por partida doble», reconoció, por boca de su letrado, sentirse «aliviada» por haber podido relatar todos estos hechos en sede judicial. En cualquier caso, aseguraron, siguen sin tener intención de iniciar acciones penales contra ningún policía.