Un café con leche en la pista de baile

El único bar de Alcalá de Ebro se ha trasladado al pabellón de fiestas por seguridad mientras el local permanece cerrado por la sima que se abrió la semana pasada.

Alexandra Albalate atendía ayer por la mañana desde la barra del bar a unas vecinas de Alcalá de Ebro.
Alexandra Albalate atendía ayer por la mañana desde la barra del bar a unas vecinas de Alcalá de Ebro.
Raquel Labodía

Tomar el vermú en Alcalá de Ebro nunca había sido tan costoso como ahora. Y no por los precios de las tapas, sino porque el socavón formado la semana pasada obligó a cerrar el único bar del pueblo por precaución y a buscar alternativas. El miércoles, los camiones de la DPZ rellenaron el hueco con 920 toneladas de piedras, pero Alexandra Albalate –la encargada de la única taberna del pueblo- se vio obligada a trasladarse al pabellón donde se celebran las verbenas durante las fiestas.


La propietaria sirve ahora los cafés detrás de una barra en el local donde también hay un escenario para las orquestas, un lugar improvisado del que no sabe cuándo podrá irse. La pista de baile se ha utilizado para colocar las mesas y las sillas. Y los bailes se han sustituido por partidas de guiñote.


"Vamos a esperar a ver cómo evoluciona el agujero", afirma Albalate. De momento, a la dueña del bar no le han comunicado cuántos días va a tener que esperar para volver al local del siempre, aunque dice que el miedo "siempre va a estar allí". La propietaria advierte que no puede mudarse a otro lugar en el pueblo, ya que lo único que hay a la venta son casas. "Es muy difícil alquilar un local y reformarlo. La opción más factible era comprarlo, pero se van de precio", lamenta esta mujer. La encargada manifiesta también su necesidad de seguir con el negocio: "Solo tengo el bar, en el pueblo no hay muchas cosas a las que te puedas dedicar".


El pasado domingo finalizaron las fiestas en el pueblo, pero una vez terminadas, Alexandra debía desmontar el bar del también polideportivo municipal. "Por fortuna, me llamó el alcalde el lunes y me dijo que no abriera en el sitio de siempre y que me quedase en el pabellón. No me puso ningún inconveniente, al revés", relata Albalate, quien se siente "muy agradecida" por el trato recibido por parte del Ayuntamiento.


Los vecinos también han respondido de forma positiva a la llamada. África, una clienta del bar lamentaba el cambio: "En el anterior local, los días que había mercadillo se acercaba más gente, se notaba más actividad y muchos se pasaban por el bar después de hacer las compras". Aun así, esta vecina cree que al pabellón "se acerca el mismo número de gente".


La dueña del bar presentó en julio los papeles para recibir una subvención de autónomos que da la DPZ. "El objetivo era reformar el local ahora cerrado para prestar un mejor servicio a los vecinos", cuenta Albalate, que tenía la intención de "construir una nueva cocina y reformar los baños". Aún no ha habido resolución, pero la dueña confirma que no invertirá nada en el bar, ya que –si se produjese un nuevo incidente– sería "tirar el dinero". La incertidumbre es la mayor preocupación de Alexandra que ve en peligro el negocio al que se ha dedicado durante los últimos años.

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