Más de 500 personas al año se benefician del servicio municipal de comida a domicilio

La prestación, extendida a toda la ciudad desde 2013, está dirigida a mayores y a discapacitados.

Varios trabajadores de La Caridad, con una de las cajas de comida para su reparto, ayer.
Más de 500 personas al año se benefician del servicio municipal de comida a domicilio

Los servicios sociales municipales, entre sus diversas prestaciones, disponen de una que aumenta sus usuarios año tras año: el servicio de comida a domicilio. Gracias a un convenio con la Fundación La Caridad, con un coste global de 595.000 euros, un total de 580 personas a lo largo de 2015 recibieron en su casa sus raciones de alimentos equilibrados y fueron objeto de seguimiento de los trabajadores sociales, tanto de La Caridad como municipales.


Los beneficiarios de esta prestación son, en su inmensa mayoría, personas mayores con escasa capacidad de movimiento –sea temporal o permanente–, con deterioro cognitivo moderado u otro tipo de limitaciones, pero también discapacitados más jóvenes que se encuentran en una situación complicada y, en muchos casos, suelen vivir solos.


Este servicio, que se remonta a los años noventa, se limitaba al Casco Histórico como prestación municipal hasta 2012. Hace tres años, y por primera vez, se amplió a toda la ciudad y alcanzó 398 beneficiarios; en 2014 la cifra pasó a ser de 565 y en 2015, 580. En estos momentos, La Caridad atiende a 425 usuarios derivados de los servicios sociales municipales (al margen de tener otros por su cuenta, al igual que hacen otras entidades sociales). Algunos solo contratan este servicio unas semanas, pero otros lo hacen de forma crónica, explican desde el Ayuntamiento.


La comida a domicilio forma parte de una serie de prestaciones domiciliarias que muchas veces se suman entre sí, como el servicio de ayuda preventiva en casa –que incluye aseo personal o compras– o la teleasistencia. "Los trabajadores sociales son los encargados de valorar en cada caso si se dan los requisitos para acceder a este servicio", precisa Jesús Domínguez, asesor del área de Derechos Sociales que dirige la vicealcaldesa Luisa Broto. "Puede darse una situación sobrevenida, y no solo hablamos de personas mayores, o cronificada; podemos observar que la persona no tiene una dieta saludable y que por sí sola no va a comprar ni cocinar", añade.


El coste de este servicio varía en función de la renta y en la mayor parte de casos oscila entre los 35 y los 120 euros al mes (la mayoritaria son 65 euros), si bien en algunos casos es gratuito y en otros (los más desahogados económicamente) alcanza los 210. Desde el Consistorio, no obstante, quieren poner en relación este servicio con el que prestan los comedores de los centros de convivencia (a 3,5 euros el menú) siempre que la persona pueda moverse y con ello fomentar su socialización y su movilidad.

Seguimiento semanal


De los 580 beneficiarios de este servicio en 2015, la mayoría (386) lo fueron por tener movilidad reducida, siendo la falta de hábitos la segunda causa (56) y el deterioro cognitivo la tercera (52). "Cada persona es un mundo y cada caso es distinto, se sigue desde su centro correspondiente y puede variar en el tiempo", apunta Domínguez.


Desde el Ayuntamiento afirman que las raciones se llevan varias veces por semana y los encargados de esta tarea, de La Caridad, controlan si el usuario hace un uso correcto de ellas o si existe algún problema puntual –que no se las coma, las devuelva...–. La propia Fundación La Caridad tiene trabajadores sociales que se coordinan con los del Ayuntamiento. José Conchán, uno de ellos, explica que los platos los prepara una empresa de Cadrete y que "se sirven comidas y cenas, con postre y pan"; además, afirma que existen menús "normales, sin sal, para diabéticos y (desde hace poco tiempo) para celíacos". En todo caso, es recomendable un pequeño horno o un microondas para calentarlos a su debido tiempo, ya que el reparto no es diario.


Cada usuario que disfruta de este servicio subvencionado está sometido a un seguimiento permanente y por ello sujeto a cambio, tanto si su situación empeorase y no fuese capaz de comer por sí mismo, como si mejorase y pudiera cocinar e incluso hacer la compra o consiguiera a alguien que pudiese ayudarle en estas tareas.

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