La colegiata de Calatayud cumple seis años cerrada

El ocho marca la historia más reciente de este templo (cuya puerta se cerró un 8 de agosto), para el que se han previsto cinco millones de inversión hasta el 2018.

La portada de la colegiata estuvo en obras mucho tiempo.
La colegiata de Calatayud cumple seis años cerrada
Macipe

El día 8 del octavo mes del año 2010, a las 20.00 se cerraron las puertas de la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud. Y no han vuelto a abrirse para fieles ni visitantes. Ayer se cumplieron seis años de una decisión tomada unos días antes por el Obispado de Tarazona, la parroquia, el Ayuntamiento, el arquitecto y el Gobierno de Aragón. Después de la última misa de aquel domingo se hizo efectivo el cierre. Se habían producido algunos desprendimientos en el interior, y aunque se llegó a colocar una malla, la inseguridad que la caída de pequeños cascotes provocaba recomendaba no celebrar misa en su interior. El paso que se dio entonces tuvo su impacto, como reconoce el párroco, el Abad Mitrado de esta iglesia. "Nos recordaba a la catedral de Tarazona o la seo de Zaragoza, que pasaron casi treinta años cerradas", dice Jesús Vicente Bueno, agradecido porque a partir de ese momento los ayuntamientos, que ha tenido la ciudad se han volcado.


El Ejecutivo autonómico y el gobierno central así como el Obispado han apoyado también las intervenciones que se han emprendido. Se creó una comisión interinstitucional para planificar las obras necesarias y hacer un seguimiento. Si aquella clausura no se hubiera producido, no se habría diagnosticado el precario estado que tenía el edificio.


En aquel momento se había previsto restaurar el retablo mayor y se tenía que redactar un estudio técnico previo para lo que era imprescindible la instalación de andamios. Entonces se comprobó que las columnas que sujetaban la cúpula central presentaban numerosas grietas, tanto verticales como horizontales. Estas, ha aprendido el Abad en todo este tiempo, son las más peligrosas, porque la cúpula no se estaba apoyando en la totalidad de las columnas, sino solo en una parte. Eso hacía que se desplazasen, "de hecho en dos de ellas había una diferencia de 28 centímetros entre la base y la parte superior". Ese movimiento hubiera avanzado. La consecuencia final habría sido el hundimiento de la cúpula. Con estos síntomas, el tratamiento más urgente fue instalar una estructura metálica para apear esas estructuras y colocar un arco de madera que sujetase uno de los arcos fundamentales en la estabilidad de esa parte del inmueble. También en el subsuelo había que actuar.


La colegiata de Santa María se abrió en 1614 y solo tres décadas después se hicieron unas criptas para posibles enterramientos. En una de ellas se ha localizado una inscripción de 1650. "Están más profundas que los cimientos de las columnas, así que han estado toda la vida en el aire, y eso también las daña", comenta Vicente.


No hay fecha para la reapertura de esta iglesia. Lo que ya parece claro es que será cuando todas las actuaciones previstas estén ejecutadas. La hoja de ruta la marca un plan director redactado meses después del cierre y que vino a rehacer por completo otro que existía anterior. De los casi cinco millones de euros que se necesitan de inversión, se han gastado ya 1,5.


Una vez que las obras terminen, (no será antes del 2018), se restaurará el retablo, que se pospuso con la llamada de atención que las grietas hicieron. Tienen que llegar otros 3 millones. En todo este proceso el edificio ha revelado secretos que constatan que fue un edificio pensado para destacar.


Los materiales empleados y algunos símbolos de la arquitectura cristiana aplicados en su construcción son ejemplo de ello. Estaba llamada a ser catedral, se intentó hasta en dos ocasiones, pero se quedó en Colegiata, levantada sobre otro templo anterior del siglo XIII, de 1249. Estudiosos como Vicente de la Fuente escribieron, según cuenta Jesús Vicente, que había obispos que tardaban diez años en venir a Calatayud en su visita pastoral, por eso se propuso como catedral. Contaba la queja de los bilbilitanos con el favor real, pero no con el del Obispado.

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