La lenta agonía de las viviendas sindicales

De los 8.560 pisos de los llamados ‘conjuntos urbanos de interés’, solo 381 han sido rehabilitados. Sufren la falta de ascensores, unos aislamientos deficientes y la degradación de las zonas comunes.

Las conocidas como viviendas sindicales llevan años lanzando señales de auxilio, pidiendo una ayuda que se hace más necesaria con cada día que pasa. Se trata de los denominados ‘conjuntos urbanos de interés’ –no todos son sindicales–, aquellos grupos de viviendas levantados en los años 40, 50 y 60 en los que entonces eran barrios periféricos de Zaragoza (Picarral, Las Delicias, San José, Las Fuentes, Torrero...). Son 21 grupos, con 658 edificios y 8.560 viviendas, que se construyeron en torno a una industria incipiente para acoger a jóvenes trabajadores de Zaragoza, de los pueblos de Aragón o de otras comunidades autónomas.


Medio siglo después, esos jóvenes bordean los 70 años en el mejor de los casos, y tanto los edificios como las urbanizaciones presentan importantes carencias. No tienen problemas de estabilidad, pero sí de humedades, de conservación de los tejados, de aislamiento térmico y acústico y, sobre todo, de accesibilidad. La carencia de ascensores ha convertido estos bloques en un problema de primera magnitud para unos primeros moradores muy envejecidos. "Ayer me quedé un rato en el patio porque no me veía capaz de llegar a mi casa", relata Carmen Gil, del Grupo Girón de Las Fuentes. Y eso que ella vive en el primero. Otros se han tenido que mudar a casa de sus hijos, a residencias o, directamente, se han tenido que resignar a apenas poder salir de su vivienda.


El Ayuntamiento de Zaragoza lleva años tratando de mejorar estos conjuntos, pero la falta de inversión lastra las soluciones. Se hizo un profundo diagnóstico en 2005, con propuestas individualizadas para cada grupo de viviendas. Pero la necesaria rehabilitación se complica por el bajo nivel de renta medio de sus inquilinos y porque las subvenciones llegan a cuentagotas. De los 8.560 pisos, solo 381 se han rehabilitado de forma integral, gracias a una inversión total de 12,8 millones de euros, de los que 5,5 los aportó el Consistorio de la capital aragonesa y 3,4 el Gobierno de Aragón, según los datos facilitados por la sociedad municipal Zaragoza Vivienda.


La diferencia entre las viviendas que se han rehabilitado y las que aún esperan un lavado de cara es más que notable. Las primeras ahora cuentan con ascensor, con nuevas fachadas y han mejorado su eficiencia energética, con el ahorro que ello conlleva. Las viviendas rehabilitadas del Picarral, del Grupo Girón, de San José y de Las Delicias marcan el camino a seguir. Desde Zaragoza Vivienda admiten que los 21 grupos de viviendas "requieren una atención preferente por la situación en la que se encuentran". Este año habrá una convocatoria de 1,7 millones a la rehabilitación para toda la ciudad, pero que contará con una parte específica para estos conjuntos.


Problemas de urbanización


En Balsas de Ebro Viejo, en el Picarral, Esther Blasco da una zancada y cuenta: "Donde está la pierna derecha pasan los barrenderos y limpian la calle, pero donde está la izquierda no. ¿Cómo se puede explicar esto?". Con este ejemplo pone de manifiesto otro de los problemas que presentan las viviendas sindicales. Para favorecer la convivencia, los edificios se construyeron en torno a plazas y calles interiores que hacían de lugar de reunión –en verano se salía a tomar la fresca– y que eran propiedad de los propios dueños de las viviendas. En algunos casos se ha hecho la transferencia al Ayuntamiento, pero en otros no.


En estos últimos, el mantenimiento de las calles y zonas verdes interiores ha correspondido y sigue correspondiendo a los vecinos. Son zonas privadas, pero de uso público. En su origen, eran ellos quienes hacían las labores de jardinería y de limpieza, o quienes arreglaban las instalaciones. Ahora, los años pesan para los primeros moradores, mientras que los nuevos vecinos no se implican en los trabajos. El resultado es una dejadez que convierte algunas zonas comunes en espacios totalmente degradados, con bordillos deteriorados, maleza que crece descontrolada y carencias en la poda de los árboles, entre otras deficiencias.


El PSOE presentó una iniciativa en la última comisión de Urbanismo para que el Gobierno municipal tome medidas ante el riesgo de que se creen "guetos" en las viviendas sindicales, en palabras de la concejal Lola Ranera. "Lo que era una situación indigna en diciembre de 2015, ahora es infame", dijo en referencia a lo que ha crecido la maleza por las lluvias primaverales. El concejal de Urbanismo, Pablo Muñoz, respondió que "las zonas comunes son privadas", por lo que "las contratas municipales no pueden entrar", e insistió en la necesidad de "una rehabilitación integral de las viviendas".


El cuadro se completa con los problemas de convivencia que se han generado en algunos de estos grupos de viviendas. La llegada masiva de inmigrantes ha supuesto todo un choque cultural con una población originaria envejecida, lo que ha generado roces. Para colmo, algunas familias han ocupado viviendas vacías, muchas de ellas propiedad de entidades bancarias.

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