Un virus que le sienta bien al hospital

La Biblioteca Cubit ha puesto en marcha el programa 'El virus de la lectura' para llevar libros al Servet, el Clínico, el Royo Villanova y el Provincial.

Una voluntaria coloca libros en una estantería del Provincial.
Una voluntaria coloca libros en una estantería del Provincial.
BJ Cubit

Hay virus hospitalarios que atacan cuando uno está débil y hacen estragos. Pero también hay algún otro más amable, que ayuda a que las horas pasen rápido durante los ingresos y a olvidar por un rato miedos y dolores. De este último no hablan los manuales de Medicina, pero los hospitales de Zaragoza acaban de abrirle sus puertas y están encantados con la visita: es el virus de la lectura.


La responsable de esta ‘infección’ es la Biblioteca para Jóvenes Cubit de la capital aragonesa, que ha decidido acercar los libros a quienes tienen que pasar por el Miguel Servet, el Clínico, el Royo Villanova o el Hospital Provincial.


Desde la biblioteca pensaron que la mejor forma de organizar ese reparto de libros era el sistema de ‘bookcrossing’, esto es, los ejemplares se dejan en un lugar concreto para que pueda cogerlos cualquiera y no hace falta devolverlos. La idea es que se lea el libro y se vuelva a dejar ‘olvidado’ en cualquier otro sitio, para que otros lectores puedan encontrarlo. Y así, una y mil veces.


La Unidad de Lesionados Medulares del Servet fue la primera donde la Cubit instaló sus estanterías, hace ahora un año, pero visto el éxito de la iniciativa ahora ha extendido el proyecto a los otros tres centros hospitalarios.


La directora de la BJ Cubit, Cruz Acín, ha sido la impulsora de esta iniciativa. De momento, cuenta, todo son “buenas sensaciones”, y destaca la “implicación total” de las personas de contacto en cada hospital.


Una de ellas es Maribel Castillo, secretaria de dirección del Hospital Nuestra Señora de Gracia -el Provincial-. “Ha habido mucha expectación y los pacientes me preguntan si lo vamos a hacer siempre”.


No solo las personas ingresadas recurren a los libros que deja la Cubit. “También los familiares que les acompañan, los ancianos que vienen al hospital de día, los usuarios del servicio de rehabilitación y hasta el personal de la casa, cuando está de guardia y tiene ratos muertos”, señala Castillo.


Destaca, además, que el Virus de la Lectura –que es el nombre oficial de la iniciativa- no le costado “ni un euro” al Provincial, porque se han reutilizado unas estanterías que había en un almacén.


La primera hornada de libros llegó a los hospitales el pasado 21 de abril. Desaparecieron en menos de una semana. Por eso, y a partir de este mes de mayo, la Biblioteca Cubit ha preparado un equipo de voluntarios que se encargarán de organizar y seleccionar los ejemplares y de llevarlos a los centros sanitarios, para que siempre haya material disponible. La idea es reponer las estanterías cada 15 días.


En total, se han habilitado 10 puntos de ‘bookcrossing’. A las dos que ya había en el Servet se suman la sala de espera de la uci y el ala de Pediatría y Neonatos del Clínico, cuatro salas de espera en el Royo Villanova y dos puntos más en el Provincial.


Los libros que se liberan proceden de donaciones que los zaragozanos hacen a la biblioteca. Algunos de ellos se quedan en la Cubit, o se distribuyen a otras bibliotecas o centros educativos. Pero los que no encajan en ninguno de esos perfiles, se dejan en los puntos de ‘bookcrossing’.


La Cubit es toda una experta en esto de liberar libros. Lo hace regularmente en la propia biblioteca, pero también en los autobuses de Tuzsa, en el tranvía, en la plaza del Pilar… tantos, que en 2014 fue reconocida como el punto oficial de ‘bookcrossing’ que más libros liberaba en el mundo, de una lista en la que concurren más de 200 países. Cruz Acín lo tiene claro: "Los libros tienen que estar en manos de los lectores. Si se quedan en las estanterías no sirven para nada, solo para dar de comer a los ácaros".


Todos los libros están identificados con pegatinas y registrados a través de la web www.bookcrossing.com, donde puede seguirse la pista de cada ejemplar: dónde ha sido encontrado, qué opinan quienes lo han leído, dónde van a dejarlo... Pero nada de esto es obligatorio, la filosofía del ‘bookcrossing’ también permite que quien localice el libro lo incorpore a su colección, sin volver a liberarlo. La idea es inocular al mayor número de personas con el virus del libro. Y mientras lean, poco importa lo que hagan con cada volumen.

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