Ocurrió el pasado 13 de abril, en Sevilla. 'Cobradiezmos' y Manuel Escribano (Gerena, 1984) se encontraron para formar la simbiosis perfecta. Victorino en imponente versión el uno; torero que supo y pudo estar a la altura el otro. Juntos pusieron en pie a La Maestranza, hasta hacer colgar el pañuelo naranja. Era el tercer indulto visto en la plaza. Historia viva del toreo, indisoluble, aunque sus protagonistas sigan caminos opuestos. Por Las Tiesas vuelve a trotar el prometedor semental; Zaragoza 

aguarda la llegada de quien lo devolvió con vida al corral.

-Manuel, ¿cómo explicaría lo vivido?

-Es difícil hacerlo con palabras. Cuando sueñas con un toro, te viene a la cabeza algo similar a 'Cobradiezmos'. Fue bravísimo, embistió con profundidad y el hocico pegado a la arena, repitió con celeridad y emoción... Algo extraordinario, irrepetible.

-Y tuvo la suerte de topar con usted.

-En todo momento vi claras las cosas. Sus condiciones me van fenomenal y estaba seguro de cómo había que exigirle. Disfruté como nunca antes lo había hecho; solo así se puede poner a todo el mundo de acuerdo y sacar el máximo rendimiento a un toro de su categoría, que puede hundirte o encumbrarte en cuestión de segundos.

-¿Habrá un antes y un después de 'Cobradiezmos' en su trayectoria?

-El antes ya lo conozco. Siempre doy gracias por haber vivido todas las facetas del toreo: tomar la alternativa y no tener contratos, recibir una cornada casi mortal y sentir la gloria. El después aun lo tengo que conocer, y entiendo que lo que sucedió en Sevilla fue algo importante que debe servir para dar un paso al frente.

-¿Habla de dejar atrás las corridas duras en las que se la ha encasillado y competir con las figuras?

-Lo que busco es mantener una línea ascendente. Sé qué tipo de toro me va bien, pero no quiero que sean las empresas las que me impongan los carteles. Sin abandonar mis principios, me gustaría ir entrando en otro tipo de corridas y que el aficionado aprecie lo que llevo dentro. Es la única vía para acceder al primer escalafón.

-Este domingo, podrá disfrutar la variedad de encastes. ¿Cómo se afronta una corrida concurso?

-De forma similar al resto de tardes. Siempre intento torear a favor de los toros, así que el planteamiento me va muy bien. La concurso tiene un aroma especial y el cartel, con dos grandes como Rafaelillo y Paulita, entiendo que es atractivo para el espectador.

-¿Qué se puede hacer para lucir al toro?

-Hay que ponérselo fácil. Empezando por el caballo, dándole terreno y ventaja; siguiendo por las banderillas, que a mí me fascinan; y acabando en la muleta, cuando se ve realmente si dura. En definitiva, hay que cuidarlo al máximo en los tres tercios.

-Algo que Zaragoza sabe valorar en su justa medida.

-El de La Misericordia es un público que se mete de lleno en lo que sucede en el ruedo y te respeta. Yo, personalmente, he sentido su cariño cada vez que he toreado aquí. Espero devolverlo con una actuación que llegue de verdad a los tendidos y emocione.

-Cercano tiene el ejemplo, torero.