¿Debo llamarla señora secretario?

No me ha importado nunca que me llamaran así. Todos los títulos que tengo están en masculino y en las plantillas de las corporaciones locales, mi puesto de trabajo figura como el de secretario general.

Si no me equivoco, usted fue la primera mujer en Aragón en ser secretaria general de una diputación provincial.

Fui pionera. Primero estuve en la Diputación de Huesca entre 1973 y 1986, salvo un intervalo de cinco meses que estuve en el Ayuntamiento de Arnedo. En 1995 llegué a la Diputación de Zaragoza.

Una mujer en un lugar que sigue siendo mayoritariamente de hombres...

Lo he llevado muy bien. He contado siempre con la comprensión de las corporaciones. No he notado ninguna diferencia por ser mujer. Creo que han entendido que tuviera que mandarles, aunque es un puesto de asesoramiento legal.

Poco a poco se han ido incorporando más mujeres a la vida pública...

Todo lo que sea la incorporación de la mujer a la vida laboral me parece fantástico porque las mujeres tenemos un sexto sentido muy útil para la función pública y aportamos cosas buenas.

¿Su voz es parte de la historia de la Diputación de Zaragoza?

Desde luego que soy parte de la historia de estos veinte años y es para mí un honor.

¿Y qué opinión tiene sobre esta institución ahora que está más cuestionada que nunca?

Creo firmemente en las diputaciones provinciales, son absolutamente necesarias para la inmensa mayoría de los municipios, que son muy pequeños. Son manifiestamente mejorables, pero sus funciones no las sustituye la comunidad autónoma ni las comarcas.

¿En qué serían mejorables?

Deberían reestructurarse. El tema de las subvenciones debe suprimirse y prestarse realmente servicios, como los de recaudación o extinción de incendios.

Ha tenido jefes de todos los colores, ¿cómo ve la política quien la conoce de cerca?

Hemos asistido a casos de corrupción terroríficos y eso me preocupa, pero no la política. Tenemos políticos muy buenos en Aragón y en España y no podemos renegar de esto.

¿Son diferentes los políticos en las distancias cortas?

Están condicionados por muchas cosas, pero normalmente en el trato y el día a día no hay diferencia entre la persona y el político.

Mójese, dígame cuál ha sido su favorito.

No he trabajado mal con ninguno. He tenido mis favoritos, pero no lo voy a decir.

Algunos de los políticos con los que ha trabajado han acabado en la presidencia del Gobierno: Marcelino Iglesias, Javier Lambán...

La verdad es que sí me considero un poco secretaria amuleto porque después les ha ido muy bien.

¿Una secretaria debe guardar muchos secretos?

Un íntimo amigo de mi padre me dijo cuando acabé la oposición: «Nunca olvides, Mari Carmen, que secretario viene de secreto. Sé discreta». Siempre hay algo que se guarda, pero como lo que pasa dentro de tu familia o en uno mismo. Por deber institucional, hay cosas que no he contado nunca ni contaré.

Cuénteme alguna anécdota...

Al poco de llegar a la Diputación de Huesca se pidió una audiencia a Franco. Me parecía increíble que el protocolo impusiera que tenían que ir vestidos con chaqué y más aún que tuviera que pagarlo la Diputación. De los 25 diputados hubo uno díscolo que dijo que a él no le compraba un traje nadie y se montó un tiberio en dos o tres sesiones con la compra de los chaqués para ir al Pardo de muchísimo cuidado. También he vivido grandes momentos históricos, como la constitución de las primeras Cortes de Aragón en La Lonja, que fue muy emocionante.

Tras las últimas elecciones, ¿cómo ha vivido la llegada de nuevos partidos a la institución?

El cambio en sí es normal porque no es más que el reflejo de la sociedad. Para mí ha sido un follón porque el sistema de votación electrónico está instalado, pero aún no funciona y ha sido más difícil controlar las votaciones.