Hurones y disparos contra la plaga

Los cazadores de Épila tratan de diezmar la superpoblación de conejos que provoca daños en los campos saliendo a cazar todos los días.

José Luis Morén disparando.
José Luis Morén disparando.
Asier Alcorta

Jesús García es un agricultor y cazador de Épila de 55 años. Como a tantos otros vecinos de su pueblo, la plaga de conejos afecta directamente a sus campos y, por eso, también trata de luchar contra ella con hurones y escopetas. Siempre que puede, sale al monte para intentar diezmar esta superpoblación de unos animales que provocan numerosas afecciones en campos de cereal y frutales del municipio.


"Está claro que al agricultor le gusta coger su cosecha. Siembra para recolectar y tiene muchos gastos: semillas, abono, todo el trabajo que lleva...", explica Jesús, que dice que el año pasado se comieron aproximadamente un 10% de lo que estaba plantado. "Salgo muy a menudo al monte a cazar y eso nos cuesta dinero de nuestros bolsillo", añade Jesús, que como tantos otros cazadores debe pagar la munición y el mantenimiento de los tres hurones que tiene en casa. "Pero es que tenemos que seguir para intentar acabar con la plaga", dice el también secretario del coto de caza epilense.


La mañana del pasado sábado, Jesús salió con otros tres compañeros de caza y capturaron seis conejos en una única madriguera. Su modus operandi es siempre el mismo: cuando observan una zona de cultivo muy dañada, localizan los cados y meten a los hurones por uno de los agujeros. Estos recorren los túneles subterráneos hasta que dan con los conejos y, estos últimos, en un intento de fuga, salen al monte, donde los cazadores les esperan con la escopeta o con redes.


"Este cado ya casi está vacío, pero si volvemos en quince días otra vez habrá muchos conejos en él", añade Ricardo Torrijos, presidente del coto de caza de Épila en el que hay 180 inscritos.


Este asegura que la relación entre cazadores y agricultores en su municipio siempre ha sido buena porque la mayoría son aficionados a la caza y trabajadores del campo. El último año no tuvieron reclamaciones por parte de los agricultores, aunque en 2014 tuvieron que afrontar el pago de 27.000 euros por daños y en 2013, 10.600 euros.


"El consejero nos dijo en una reunión reciente que para acabar con la plaga, la única solución es cazar, cazar y cazar. Aunque vemos que esta tampoco es la solución", detalla el presidente del coto de caza de Épila.


En su caso, continuamente amplían los permisos para poder seguir cazando a diario. Y las cifras que da son abrumadoras: una pareja de cazadores llegaron a matar 1.300 conejos en una temporada; en un solo fin de semana capturaron 160 entre cuatro. "Los conejos australianos se han cargado a los autóctonos. Estos se reproducen más y tienen más crías", dice Ricardo.


Pero también reconocen la labor de los agricultores, que también salen a limpiar los ribazos. "La armonía entre cazadores y agricultores aquí es buena", dice Ricardo, quien asegura que la plaga comenzó hace cinco o seis años. Otro de los inconvenientes añadidos para acabar con ella es la proximidad de gran parte del término municipal a la autovía, donde no se puede cazar, y la disolución de cotos como el de La Muela, que linda con Épila.

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