La Comparsa de Gigantes y Cabezudos protagonizó la mañana de San Valero, llenando de color las calles del centro de Zaragoza. Pasadas las 11.00, la tradicional comitiva partió desde el Pilar, para continúar por Don Jaime, Méndez Núñez y Alfonso, y regresar a la plaza de la Basílica, donde, aprovechando el buen tiempo, numerosas personas se dieron cita.

Los más pequeños provocaron a los cabezones de cartón piedra, que no dudaron en salir a la carrera. El Boticario y el Morico fueron los más aclamados. También la Cigarrera, que, ya sin su pitillo, posó una y otra vez para las cámaras.

Los gigantes bailaron al son de las dulzainas y los tambores, y hubo quien se unió a su lento pero acompasado movimiento. "Qué difícil debe de ser", exclamaba Pablo, de cinco años. "Cuando sea mayor, llevaré uno", la replicaba su amigo Carlos.

En esta ocasión, el fuerte viento no acompañó a la festividad. Tampoco la amenaza de lluvia llegó a hacerse efectiva, y las figuras pudieron ser recogidas sin sobresaltos hasta la próxima.