"Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no necesitan convertirse", cuenta San Lucas en su Evangelio que dijo Jesús a los fariseos porque estos se asombraban de verlo rodeado de pecadores. Este espíritu de perdón, que Cristo ilustraba con la parábola de la oveja descarriada y la alegría del pastor al recuperarla, es el que ha llevado al papa Francisco a convocar un jubileo en su bula ‘Misericordiae Vultus’.

La apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en Roma, con la que se inauguró solemnemente este Año Santo el 8 de diciembre, tuvo ayer su réplica en Zaragoza, donde el arzobispo Vicente Jiménez Zamora abrió la Puerta Santa de la catedral del Salvador tocando con su báculo y pronunciando las palabras: "Esta es la puerta del Señor, por ella entramos para lograr la misericordia y el perdón".

Cumplía así lo designado por el Santo Padre, quien en la bula de convocatoria señaló que el tercer domingo de Adviento, en señal de comunión, se abriese en las diócesis para todo el año la Puerta de la Misericordia, que permanecerá abierta hasta noviembre del año próximo. El rito de la apertura expresa simbólicamente que, durante el jubileo, los fieles tienen una vía extraordinaria hacia la salvación.

El acto en la capital aragonesa comenzó en la basílica del Pilar, en cuyo altar mayor se leyó el citado pasaje del Evangelio de San Lucas y ante el cual se congregaron numerosos fieles.

El arzobispo de Zaragoza presidió todo el rito, acompañado por el obispo emérito de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián; el obismo emérito de Orihuela-Alicante, Victorio Oliver; y por José Luis Redrado, obispo emérito secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud. Esta solemne inauguración había de ser, según pudieron escuchar ayer los fieles reunidos, el "preludio de una profunda experiencia de gracia y reconciliación" durante un "tiempo jubilar de gracia y de bendición".

La bula papal explica que "el misterio de la fe cristiana tiene su síntesis en esta palabra" –misericordia– y que "Jesucristo, con su palabra, sus gestos y toda su persona, revela la misericordia de Dios", que es "el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro".

Tras el comienzo del acto en el Pilar, las campanas comenzaron a sonar con repique festivo y el arzobispo encabezó una procesión hasta la Seo, ante cuya puerta se detuvo y pidió: "Abrid las puertas", al tiempo que tocaba con su báculo en las mismas. E invitó a los cristianos congregados a entrar "a dar las gracias al Señor".

La multitud fue abriéndose paso hasta el interior del templo, donde a continuación se llevó a cabo la memoria del bautismo con el rito de bendición y aspersión del agua, seguida de la celebración de una misa.

Además, el arzobispo impartió la bendición papal con indulgencia plenaria "a todos los presentes realmente arrepentidos" que hubiesen realizado los sacramentos de la penitencia y la eucaristía. En palabras del Santo Padre, "el perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al sacramento de la confesión para obtener la reconciliación con el Padre".

Para Francisco, "hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Por eso he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia".

En Aragón, la primera Puerta Santa en abrirse fue la de la catedral de Jaca, el 8 de diciembre. Ayer, además de la de la Seo de Zaragoza le tocaba el turno a las de la catedral de Barbastro y Tarazona. También la ha abierto ya la catedral de Teruel, y la de Huesca lo hará el 19 de diciembre, con un acto que comenzará a las 17.00 en San Pedro el Viejo.